Entre mentiras,
fantasmas y amenazas
Martes, 08 Septiembre 2015
Un fantasma recorre Palacio Nacional, el fantasma
de la indignación. Todas las fuerzas del viejo régimen se han unido en santa
cruzada para acosar dicho fantasma, desde el Ejecutivo federal y sus huestes,
hasta la elite política y empresarial, emprenden campaña y prohíjan amenazas
contra la disidencia que emerge ante sus fracasos.
El mensaje de Peña Nieto con motivo de su tercer
año de gobierno es copia fiel de esa realidad. En éste se da cuenta de un año
difícil -que lo fue- para el país. Reconoce acontecimientos lamentables en
Iguala; la fuga de Joaquín Guzmán Loera, así como las denuncias de actos de
corrupción en el ámbito público, y de conflicto de interés en el ámbito de lo
privado, que, dice Peña Nieto: “han generado molestia e indignación en la
sociedad mexicana” y “lastiman el ánimo de los mexicanos y la confianza
ciudadana en las instituciones”, ¿y….? No pasa nada.
Por el contrario, en la parafernalia que enmarcó
este acto, la primera fila estuvo ocupada por los principales protagonistas de
los escándalos presidenciales, los empresarios de Higa y OHL, Armando Hinojosa
y José Andrés de Oteysa, beneficiarios de los millonarios contratos de
infraestructura y concesiones públicas; por la “primera dama” y la “familia
presidencial”, propietaria de la Casa Blanca, y célebre en sus declaraciones
públicas, como las de Sofía Castro, quien durante la entrega de los premios
Arlequín 2014, declaró: “no es momento de hablar de Ayotzinapa venimos a
celebrar”.
A sus espaldas, el gabinete ampliado,
representantes de los poderes de la Unión, gobernadores de los estados, la
élite del poder y sus súbditos, entre quienes se encontraban los responsables,
cuando menos, de la ineficacia de las acciones contra la violencia, la
inseguridad y el combate a la pobreza, así como los presuntos responsables, por
acción u omisión, de los acontecimientos en Iguala y de la fuga del Chapo
Guzmán.
El mensaje del Ejecutivo contiene un conjunto de
afirmaciones, verdaderas perlas de un México inexistente, que dan cuenta cuan
ajeno se encuentra de la realidad que enfrenta la inmensa mayoría de los
mexicanos. A saber:
“Es un hecho que la violencia está disminuyendo en
México”, cuando los homicidios cometidos en menos de tres años de su gestión
superan la cifra de 45 mil homicidios, promedio superior a los 70 mil
homicidios registrados en los seis años de la absurda guerra contra el crimen
impulsada por Felipe Calderón.
“El compromiso de México con los Derechos Humanos,
se refleja en una política migratoria integral, respetuosa de la dignidad de
las personas”, cuando la cifra de personas desaparecidas alcanza a 25 mil 230
personas, principalmente inmigrantes.
“La Cruzada Nacional contra el Hambre ha demostrado
ser una estrategia efectiva para combatir la pobreza extrema y el hambre”,
cuando la pobreza sumó a dos millones más de mexicanos en este gobierno.
“La aceleración de nuestra economía se debe al
dinamismo del mercado interno, a partir de un mayor consumo de las familias
mexicanas”, cuando continua la caída estrepitosa del poder adquisitivo de los
salarios.
Y culmina: “Hay frustración y pesimismo; desencanto
y malestar social. Los medios digitales y las redes sociales reflejan estos
sentimientos de preocupación y enojo”. “En este ambiente de incertidumbre, el
riesgo es que las sociedades opten por salidas falsas”. “De manera abierta o
velada, la demagogia y el populismo erosionan la confianza de la población;
alientan su insatisfacción; y fomentan el odio en contra de instituciones o
comunidades enteras”.
Resurge el discurso de la conjura, el del peligro
para México. De nueva cuenta, los fantasmas acosan al sistema y pretenden
desestabilizarlo, dividir a los mexicanos que gozan de la paz y prosperidad que
las instituciones le brindan. El Ejecutivo federal es incapaz de reconocer sus
errores, limitaciones y la corrupción que corroe a las instituciones que
encabeza. Para él, el mal es ajeno a su desempeño, cuando en realidad el
fantasma que recorre Palacio Nacional desde sus cimientos es el de su propio
fracaso. Para muestra un botón: Ayotzinapa. (Senador de la República)
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