Boletín de
Prensa
21 de agosto de 2014
La creación de la Gendarmería Nacional es un nuevo atentado centralista
contra el federalismo: Alejandro Encinas
· La iniciativa pretende reforzar la
seguridad del Estado mexicano a costa de la seguridad de la población.
· ·
Es urgente atender la solicitud de las
organizaciones de la sociedad civil y abrir el debate a la ciudadanía.
Con casi dos
años de retraso, la principal propuesta en materia de seguridad pública de la actual
administración: la gendarmería Nacional, entrará en operación este 22 de agosto.
La reforma a
la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal dio lugar a la
conformación de una poderosa Secretaría de Gobernación, la que ahora concentra
las tareas de régimen interior, seguridad pública, inteligencia y seguridad
nacional.
Una de las
responsabilidades asignadas por el Ejecutivo Federal a esta súper secretaría es
la creación de la Gendarmería Nacional, la cual fue una de las principales
propuestas de campaña de Enrique Peña Nieto, quien anunció su creación el 17 de
diciembre de 2012, en el marco de la II Sesión Extraordinaria del Consejo de
Seguridad Pública.
Éste cuerpo,
se dijo en aquel momento, sería responsable, de enfrentar a los grupos
delincuenciales en las zonas más violentas del país y se encargaría de la
seguridad en instalaciones estratégicas, contando en principio con 10 mil
elementos.
Desde ese
anuncio a la fecha, la información que se ha generado ha sido insuficiente,
contradictoria y preocupante respecto al alcance de las facultades y
atribuciones que se quiere conferir a la nueva corporación, posponiendo su
puesta en marcha en repetidas ocasiones.
Originalmente
la Gendarmería Nacional se planteó como un cuerpo militar especializado
comisionado bajo el mando de la autoridad civil, que se integraría por 10 mil
elementos de las fuerzas armadas. Ahora se anuncia que será una división de la
Policía Federal Preventiva, con 5 mil elementos “que se va a estar moviendo de manera focalizada, de acuerdo a las
condiciones que se requiera y conforme a las funciones que se le atribuyan”,
según lo dicho por el comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido
García.
No obstante
la limitada información aportada por los funcionarios responsables de esta
iniciativa, es posible identificar que la creación de la Gendarmería Nacional
es un nuevo atentado contra el federalismo, pues intervendrá en asuntos del
fuero común invadiendo competencias y suplantado la responsabilidad constitucional
de las autoridades locales por lo que las acciones de este nuevo cuerpo
paramilitar incurrirán en el rango de la
inconstitucionalidad.
Esta nueva corporación
generará además mayores indefiniciones y contradicciones con las facultades
atribuidas a la Policía Federal Preventiva, pues no queda claro la
diferenciación de tareas y competencias ni si la gendarmería, subsumida a la
Policía Federal Preventiva, será un cuerpo policiaco con autonomía operativa y
de mando.
Desde la
perspectiva de las organizaciones defensoras de derechos humanos, resulta
preocupante, como lo señaló el Padre Miguel Concha, “la participación de militares, o la implementación de estrategias
castrenses en funciones relacionadas con la seguridad pública, es un caldo de
cultivo para violentar derechos humanos”. O como se ha señalado FUNDAR, la
gendarmería contradice las recomendaciones emitidas tanto por el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos (CIDH, 2009) como por el Universal (CEDAW,
2012), en relación con los problemas que en esta materia se derivan de la “implementación de políticas de seguridad
basadas en el uso de la fuerza y en la militarización”.
Para FUNDAR,
los estándares mínimos para que una iniciativa de estas características sea
adecuada “con las obligaciones de respeto, protección y cumplimiento de los
derechos humanos” deben restringir al máximo de la participación de
integrantes de las fuerzas armadas, asegurar que toda fuerza de seguridad
pública se inscriba en esquemas de gobernabilidad democrática, contar con
mecanismos efectivos de control, así como la profesionalización de los
elementos policiales teniendo como elemento central el respeto y protección de
los derechos humanos de la población.
La iniciativa
tiene un claro corte militar y hace resonar las viejas prácticas de los
gobiernos priistas de los años sesenta y setenta, que privilegiaron la
seguridad del Estado por encima de la seguridad de la población.
Por ello es
urgente abrir el debate público promovido desde el Poder Legislativo para
discutir las nuevas políticas de seguridad garantizando la vigencia y
protección de los derechos humanos de la población.
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