El pragmatismo, las alianzas con
la derecha y la firma del Pacto por México, entre otros factores, han
contribuido el desdibujamiento ideológico y el divorcio de las causas
populares, diluyendo el perfil opositor de la izquierda partidaria, erosionando
su autonomía política: Alejandro Encinas
Intervención de Alejandro Encinas en el Centro Lázaro
Cárdenas y Amalia Solórzano, A.C.
Sábado
21 de Marzo de 2015
Nuestro país enfrenta uno de los momentos más difíciles de su
historia. A la violencia e inseguridad; la corrupción y la impunidad, se suma
la descomposición del Estado mexicano, de las instituciones públicas y de los
partidos políticos. Frente a esta situación en actual grupo en el poder ha
decidido adoptar una salida autoritaria a esta crisis.
En este escenario, tanto la izquierda partidaria como la
izquierda social atraviesan por un proceso de división y fragmentación, que ha
allanado el camino a una coalición conservadora que ha impuesto un conjunto de
contrarreformas neoliberales, que representan la mayor regresión al proyecto de
nación a favor de la mayoría de los mexicanos.
El actual sistema de partidos se ha agotado. Los partidos
políticos existentes han dejado de ser un instrumento legítimo para representar
y dar cauce a las aspiraciones sociales.
Los gobiernos que encabeza la izquierda no se diferencian de los
de otros partidos.
El pragmatismo, las alianzas con la derecha y la firma del Pacto
por México, entre otros factores, han contribuido el desdibujamiento ideológico
y el divorcio de las causas populares, diluyendo el perfil opositor de la
izquierda partidaria, erosionando su autonomía política.
El capital político edificado a lo largo de décadas se ha
dilapidado. Se han revertido los procesos unitarios de las izquierdas y se ha
perdido credibilidad.
Es momento de hacer un alto en el camino y una reflexión
autocrítica que permita recuperar la identidad política, valores y principios
que permitan reconstruir vínculos con las causas populares para enfrentar el
proyecto antinacional que se está instaurando.
Debemos replantear nuestro desempeño. Abandonar los lugares
comunes, modificar nuestras prácticas e incluso nuestro lenguaje, para
responder a las aspiraciones de los ciudadanos.
Debemos rescatar las experiencias exitosas de los gobiernos
locales y municipales progresistas; los vínculos con la academia, la ciencia y
la cultura.
Rescatar nuestra vocación de poder y construir una nueva
plataforma que permita fortalecer una iniciativa social, con autonomía del
poder político y con un ideario renovador.
La adversidad de la actual coyuntura requiere de la unidad de
todas las mexicanas y de todos los mexicanos que queremos un México para todos.
Para ello es necesario impulsar nuevas modalidades de
participación política y superar los estrechos márgenes de los partidos
políticos, hoy profundamente desacreditados.
Necesitamos crear nuevos espacios de reflexión y organización
que permitan un encuentro plural, amplio e incluyente, en el que confluyan lo
mismo ciudadanas y ciudadanos sin partido, que trabajadores de la cultura,
líderes de opinión, y de quienes participan en distintas organizaciones civiles
o militan en diferentes partidos políticos de la esfera progresista, y de
organizaciones disímbolas, a fin de reconstruir una identidad democrática y
libertaria que aspire a crear una sociedad equitativa y justa para revertir el
extravío que vive el Estado mexicano.
Es necesario conformar una nueva mayoría política. Una amplia
red social y política que permita encauzar la indignación y el malestar social
frente a la corrupción, la impunidad y los privilegios que goza la clase
política gobernante.
Una organización que permita:
Alentar y fomentar la iniciativa personal y reconocer al mismo
tiempo nuestras diferencias y pluralidad.
Adoptar las decisiones mediante la discusión colectiva, donde la
opinión de todas y cada uno tenga el mismo peso.
Flexibilidad organizativa al permitir articular y conjugar
espacios de participación de organizaciones e individuos, en función de sus
interés, capacidades y posibilidades, individuales y colectivos, para coordinar
acciones diversas, que pueden ir de la vía electoral y la militancia
partidista, a acciones cívicas directas, y sobre todo, porque permite
intercambiar ideas y avanzar en la construcción de ciudadanía.
Una organización plural que respete sus diferencias y supere las
prácticas clientelares, la corrupción y el burocratismo que han minado la
credibilidad en la política.
Debemos reivindicar la política como un asunto del interés
público. La política no es propiedad de los poderosos, como la democracia no es
posible sin la participación del pueblo.
No podemos limitar nuestra actividad a las elecciones. Se
requiere de una organización que exprese los anhelos de la mayoría excluida de
los mexicanos.
Es hora de volver a imaginarnos nuestro ser colectivo y
reconstruir un proyecto alternativo al de la elite en el poder.
Tres valores deben articular nuestra acción: ética, justicia y
solidaridad con las causas sociales.
Es momento de acabar con la simulación y el doble lenguaje para superar
la regresión política que vive el país y hacer de las fuerzas progresistas una
opción determinante en los cambios que exige la nación.
La situación actual exige hacer un replanteamiento general de
nuestras ideas, propuestas y formas de organización y de vínculo con la
sociedad.
No se trata de hegemonizar ninguna iniciativa ni ningún
movimiento. Como tampoco se trata de fusionar los movimientos sino
sincronizarlos.
El país esta convertido en un archipiélago de indignación que se
puede articular. Tenemos que hablarle a la gente, no a nosotros mismos.
Ese es nuestro reto. De lograrlo, no sólo recuperaremos nuestra
credibilidad, sino avanzaremos en construir una nueva mayoría para recuperar el
camino hacia el proyecto de nación que no permita hacer de nuestro país un
México para todos.
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