¡Aguas!
Alejandro Encinas Rodríguez
El Universal
Martes 10 de Marzo 2015
La voracidad de la oligarquía gobernante no
tiene límite. No ha sido suficiente la entrega de los recursos energéticos; la
cesión de las telecomunicaciones al duopolio televisivo; la precarización del
trabajo y los salarios; la pobreza y la violencia dominante en el país, ahora
se pretende privatizar el agua.
El dictamen aprobado por los diputados,
representa la decisión gubernamental para favorecer la minería, el fracking
para la extracción de gas y a las empresas que construyan infraestructura
hidráulica o participen en la comercialización, en contra del derecho humano al
agua que establece la Constitución. Hoy 9 millones de mexicanos no gozan de
este derecho; cifra que se incrementará de aprobarse la ley.
Aunque se insiste en que no se trata de una
privatización, al no modificarse el artículo 27 constitucional, la propuesta
permite otorgar a la iniciativa privada concesiones para la explotación, uso o
aprovechamiento de zonas federales y demás bienes públicos inherentes.
Concesiones que tendrán una vigencia mínima de cinco años y máxima de treinta
años, que podrá ser prorrogable hasta por 30 años más.
La federación y las entidades federativas
deberán fomentar el desarrollo de infraestructura hidráulica y de saneamiento,
para lo cual el Gobierno podrá celebrar contratos con particulares bajo la
modalidad de inversión recuperable a través de “tarifas blindadas ante la
presión social”, por lo que las tarifas se incrementarán.
Para propiciar la participación de
particulares, Conagua podrá celebrar contratos y otorgar concesiones para
operar o ampliar la infraestructura hidráulica y para la prestación de los
servicios asociados.
De aprobarse esta iniciativa tendrá
importantes costos ambientales al permitir el trasvase de aguas de una cuenca a
otra. Es decir, la explotación, uso o aprovechamiento de las aguas nacionales
trasladadas para ser utilizadas en una cuenca distinta a la de su extracción,
lo que, como lo han demostrado infinidad de experiencias en el país, resulta
ineficiente y genera graves desequilibrios ambientales y tensiones sociales.
El dictamen señala como uso doméstico “la
aplicación de aguas nacionales para consumo, higiene del hogar y aseo personal,
incluye el riego de jardines y de árboles de ornato, así como el abrevadero de
animales domésticos que no constituya una actividad lucrativa, y determina un
mínimo vital de agua para consumo personal y doméstico de 50 litros diarios, lo
que se contrapone a lo establecido por la Organización Mundial de Salud
que ha señalado que el acceso óptimo para la salud es de 100 litros diarios por
persona.
Los usos domésticos no requerirán concesión
siempre que se realicen por medios manuales. Es decir, cuando se utilice fuerza
humana directa o a través de dispositivos mecánicos (cubetas, tambos, bombas
manuales) y no se desvíen las aguas de su cauce ni se produzca una disminución
significativa en su caudal. Mientras los concesionarios dispondrán libremente
de las aguas nacionales.
Se declara de utilidad pública el trasvase de
aguas nacionales; el uso de las aguas nacionales para generar energía
eléctrica; y la adquisición o aprovechamiento de los bienes inmuebles que se
requieran para cumplir con las concesiones, lo que permitirá la expropiación de
cualquier bien privado o social que requieran los concesionarios.
Se establece además que los ejidatarios que
renten sus parcelas, cederán sus derechos de agua, y al pasar al dominio pleno
tendrán que solicitar una concesión, al tiempo que la Conagua podrá
solicitar el auxilio de la fuerza pública “para hacer cumplir con sus
determinaciones”.
El agua es un recurso vital para el
desarrollo, la gobernabilidad y para garantizar calidad de vida para todos los
mexicanos. Es un bien de la nación, cuyo manejo adecuado debe priorizar el
interés público.
Senador de la República
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