Zancadilla a la transparencia
Alejandro Encinas Rodríguez
El
Universal
Martes, 24 Febrero 2015
Tras un largo proceso de discusión en el que
participaron servidores públicos y organizaciones de la sociedad civil, junto
con un grupo plural de senadores, en diciembre de 2014 se presentó la
iniciativa de Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública,
que reglamenta el derecho establecido en el artículo 6º constitucional para que
los ciudadanos puedan solicitar, investigar, difundir y recabar cualquier
información que genere la autoridad en el ejercicio de sus funciones; y
establecer los principios y procedimientos para que rindan cuentas, todo ente
público o privado, persona física o moral, partidos políticos, sindicatos,
fideicomisos y fondos públicos que ejerzan o administren recursos públicos.
La
iniciativa representa un avance. Adopta los principios propersona, máxima
publicidad y promoción de la cultura de la transparencia en el ejercicio de la
función pública, así como el de participación ciudadana, atendiendo las
condiciones sociales, económicas y culturales del país para alcanzar la mayor
protección posible y garantizar el derecho de acceso a la información.
Regula
las competencias entre la federación, las entidades federativas y los municipios,
homologando los procedimientos y condiciones para el acceso la información
pública, así como la facultad de atracción en los casos que por su importancia
lo amerite o a solicitud de la persona.
Crea
el Sistema Nacional del Transparencia y obliga a publicar el directorio de
servidores públicos, su régimen de contratación y remuneración, así como la
versión pública de sus declaraciones patrimoniales. La información de los
subsidios, condonaciones, estímulos y apoyos fiscales otorgados a particulares;
el padrón de beneficiarios de los programas sociales; la información relativa a
deuda pública; el padrón de proveedores y contratistas, los contratos y
convenios celebrados, las concesiones, permisos o licencias otorgadas, y los
procesos de adjudicación directa, invitación restringida y licitación de
cualquier naturaleza.
Sin
embargo, el proceso tropezó con una inmensa Casa Blanca y con
una red de tráfico de influencias y complicidades entre políticos y
empresarios, que ha sido puesta al descubierto por diversos medios de
comunicación y que ha metido una zancadilla para revertir los avances
alcanzados. Desde Los Pinos se impulsa la modificación de 80 artículos de la
propuesta que rompe con el consenso alcanzado y que limitarían el derecho
a la verdad; por ejemplo, al pretender restringir al IFAI para requerir
información sobre violaciones a derechos humanos y delitos de lesa humanidad
hasta que una autoridad competente lo determine.
Pretenden
ampliar los criterios para restringir el acceso a la información y establecer
condiciones de excepción a los órganos de seguridad nacional e inteligencia del
Estado, a las que se intenta eximir de mecanismos de control en materia de
transparencia, fomentando su opacidad y discrecionalidad. Se quiere ampliar el
periodo de reserva de información y nuevos supuestos para clasificar
documentos, los que podrían permanecer restringidos “hasta que se extingan las
causas que dieron origen a su clasificación”, cuando se trate de información
que pueda dañar la estabilidad financiera, económica o monetaria del país.
Se
busca eliminar la prueba del daño: la obligación de la autoridad de
fundar y motivar la clasificación de la información, las razones o
circunstancias especiales que llevaron a concluir que la información se ajusta
al supuesto previsto en la ley, sin necesidad de acreditar el perjuicio
significativo al interés legítimo de seguridad nacional.
Una
vez más las conquistas logradas en el ámbito constitucional, se intentan
demeritar en las leyes secundarias, a causa de intereses ajenos al derecho de
los ciudadanos. La opacidad al servicio de un gobierno convertido en negocio.
(Senador de la República)
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