Después de
Iguala nada es igual
Alejandro
Encinas Rodríguez
El Universal
27 de enero
de 2015
He decidido separarme de las filas del
PRD. Renunciar a la militancia en el partido en el que participé activamente desde
su fundación. Se trata de una decisión estrictamente personal, que he
compartido con compañeras y compañeros a quienes respeto y con los que he
vivido distintas experiencias, así como con militantes que hoy se encuentran en
el desencanto, indignados e incluso avergonzados de la descomposición que vive
el PRD.
Lo hago en congruencia con mis ideas.
No puedo mantenerme en las filas del partido que han puesto en evidencia los
hechos de barbarie ocurridos en Iguala y que a cuatro meses de la tragedia, sus
dirigentes guardan silencio, apostando al desgaste y al olvido.
Como he señalado anteriormente, México
atraviesa por una profunda crisis política y por una tragedia humanitaria. La
impunidad y la corrupción han conducido a la descomposición política del Estado
y sus instituciones.
Es momento
de hacer un alto en el camino y una reflexión que permita reivindicar la
política como un asunto del interés público. La política no es propiedad de los
poderosos, como la democracia no es posible sin la participación del pueblo.
Las fuerzas progresistas deben
replantear su desempeño. Abandonar los lugares comunes, modificar su lenguaje y
recuperar el sentido común. Construir una nueva identidad implica reconstruir
los vínculos con las causas populares y una plataforma que permita fortalecer
la iniciativa social.
La adversidad actual requiere de la unidad de las fuerzas progresistas. Una unidad desde abajo, que rescate valores y principios para ser una opción verosímil que permita enfrentar el proyecto antinacional que se está instaurando.
Por ello
hemos convocado a crear una Red Nacional para la Reivindicación y la Unidad de
la Izquierda, como un espacio de reflexión plural e incluyente, que permita la
confluencia de ciudadanas y ciudadanos sin partido, de intelectuales y líderes
de opinión, de quienes participan en distintas organizaciones civiles o que
militan en diferentes partidos políticos, a fin de revertir el extravío que
vive el Estado mexicano, sus instituciones y los partidos políticos.
¿Por qué conformar una red? Porque permite crear
una alternativa frente a la jerarquía y disciplina que imponen las
organizaciones tradicionales, lo que permite la autonomía personal y la
pluralidad. Porque evita las prácticas clientelares y el burocratismo. Porque
las decisiones emanan de la discusión colectiva. Porque permite flexibilidad
organizativa y conjugar espacios de participación a organizaciones e individuos
quienes participan en función de su interés y posibilidades. Porque permite
coordinar acciones que pueden ir de la vía electoral a acciones cívicas y,
sobre todo, porque permite construir ciudadanía.
El resultado de las elecciones de junio próximo
obligará a replantear los términos de la participación electoral y
parlamentaria de las fuerzas progresistas si se pretende disputar la
Presidencia de la República en 2018. Concluido este proceso electoral debe
abrirse un espacio de reflexión entre las fuerzas políticas que coincidan en
crear un nuevo modelo de articulación con autonomía del poder.
Es hora de
volver a imaginarnos cómo debe ser nuestro ser colectivo y reconstruir un
proyecto alternativo al de la elite en el poder, que aspire a crear una
sociedad equitativa, justa y libertaria.
Tres valores deben articular esta Red: ética,
justicia y solidaridad con las causas sociales. La sociedad mexicana está harta
de la corrupción, la impunidad y los privilegios de la clase política. El
cambio es posible. Para lograrlo es necesario erradicar a todos los Abarcas y
a todos quienes consintieron su intromisión en la vida política del país. Que
no haya impunidad, que no haya ni perdón ni olvido. (Senador de la República)
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