Embestida
contrasindical
Alejandro Encinas Rodríguez
Alejandro Encinas Rodríguez
El
Universal
Martes
8 de abril de 2014
La
presentación de la iniciativa presidencial en materia de telecomunicaciones y
radiodifusión ha centrado el debate en la regresión que ésta representa respecto
a la reforma constitucional que buscaba establecer condiciones de competencia
en telefonía, radio y televisión, y que lejos de garantizar condiciones de
cobertura universal, interconexión, convergencia y acceso libre, a partir de
los principios de igualdad, pluralidad y veracidad de la información, merma las
facultades del Instituto Federal de Telecomunicaciones y debilita los derechos
de réplica y de las audiencias, sin salvaguarda alguna para la privacidad de
los ciudadanos.
Mantiene la
supeditación gubernamental de los medios públicos al negarles su independencia
editorial y su autonomía de gestión, y margina a los medios comunitarios e
indígenas al negarles opciones de financiamiento, el acceso a tecnologías y
reglas claras para la expresión de la diversidad ideológica, étnica y cultural
del país. Asimismo, restringe la libertad de expresión en Internet y reproduce
algunas de las medidas que diversos gobiernos autoritarios en el mundo quieren
imponer al libre tránsito de documentos y opiniones en la red, obligando a los
proveedores de estos servicios a bloquear el acceso a determinados contenidos a
petición de usuarios o de cualquier autoridad sin necesidad de orden judicial.
A la par,
las reformas constitucionales que siguieron a la reforma laboral de Felipe
Calderón han emprendido un embate contra los trabajadores y sus sindicatos.
Primero fue
la persecución al Sindicato Minero Metalúrgico, que allanó el camino para
concesionar a particulares la tercera parte del territorio nacional, quienes
realizan un verdadero saqueo de los recursos minerales del país. Más adelante
la liquidación de Luz y Fuerza del Centro pretendió liquidar al Sindicato
Mexicano de Electricistas. La reforma educativa significa la eliminación de las
condiciones de trabajo del magisterio al crear el Instituto de Evaluación
Educativa que asumirá el ingreso, promoción y permanencia de los maestros en su
empleo. La reforma energética y la conversión de Pemex y CFE en empresas
productivas del Estado, implicará la disolución de contratos colectivos
nacionales de los sindicatos petrolero y electricista, y la fragmentación de la
industria energética en empresas públicas, privadas y mixtas que impondrán sus
propias condiciones de contratación.
Ahora toca a
los telefonistas. A través de la legislación secundaria en telecomunicaciones
se pretende desmantelar su fuente de trabajo sin considerar el interés de los
trabajadores.
Como
expusiera en el Senado Francisco Hernández Juárez: “La nombrada segunda Ley
Televisa confirma el imperio de los poderes fácticos en nuestro país y ratifica
el predominio de aquéllos que manipulan la información, los contenidos y el
pensamiento de los mexicanos, de aquéllos que por décadas han impedido la
diversidad, la crítica, el disenso y que pervierten el sentido de la
democracia… La competitividad de las empresas del sector no puede ni debe
sustentarse en el demérito de los derechos de sus trabajadores. Por el
contrario, la contratación colectiva auténtica y la libertad sindical son la
base de la profesionalización, la productividad laboral y de la modernización
de las telecomunicaciones y la radiodifusión”.
No se trata
de defender el abusivo monopolio ni la riqueza desmedida de Carlos Slim. El
asunto es otro. Más allá de las disputas entre la oligarquía mexicana, los
trabajadores enfrentan una estrategia, que a la par de la entrega de los
recursos naturales de la Nación busca desmantelar a los sindicatos y sus
conquistas laborales.
Senador de
la República
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