¿Y los ciudadanos?
Alejandro Encinas
Rodríguez
El Universal
Martes, 07 Abril 2015
Iniciaron las
campañas para renovar la Cámara de Diputados y diversos órganos de gobierno en
17 entidades del país. Este proceso electoral se da en el marco de la más
profunda crisis de credibilidad que haya enfrentado el actual sistema de
partidos.
En las últimas
semanas se han difundido diversas encuestas de opinión que, independientemente
de los resultados sobre la preferencia electoral de los ciudadanos, la mayor
parte de éstas coinciden en que hasta el 50% de los ciudadanos rechazan ser
encuestados y que hasta el 27% por ciento se abstendrán o anularán su voto como
una muestra de desencanto e indignación ante el cinismo de la clase gobernante,
lo que traerá consigo un nivel de abstención y de votos nulos cercano al 60%,
con lo que la elección tendrá un bajo nivel de legitimidad.
Los partidos
iniciaron sus campañas mostrando una enorme incapacidad para comprender la
situación de excepción que enmarca esta contienda, así como la brecha que
las separa de las aspiraciones populares. Basta analizar la propaganda
emprendida para percatarse de que no existe ninguna diferenciación de fondo
entre éstos y sus ofertas políticas, cimentados en la mercadotecnia, las
acusaciones mutuas de corrupción, y en la promoción, por lo general
infructuosa, de la imagen de sus candidatos.
El PRI acusa los
actos de corrupción de su principal aliado en las reformas estructurales, el
PAN, poniendo como ejemplo la presa que construyó en su rancho el gobernador de
Sonora, Guillermo Padrés, y los “moches” que piden los diputados del PAN de los
recursos negociados en el presupuesto federal, que fue el instrumento que le
permitió al PRI conformar una mayoría cómoda en la Cámara de Diputados. El PAN
destaca la corrupción del PRI, ejemplificando con los relojes de su presidente
nacional con valor de más de 3 millones de pesos, o las propiedades en México y
el extranjero de los funcionarios priistas. Curiosamente, ambos partidos
reivindican como propia la creación del Sistema Nacional Anticorrupción (que a
la fecha no ha sido aprobado en el Senado), con el que dicen, se acabará con
estos abusos.
Por su parte, la
izquierda que participa dividida, también fragmenta su discurso. El PRD destaca
los beneficios de los programas de gobierno en el Distrito Federal, sin mostrar
resultados en otros gobiernos que encabeza. Morena, se presenta como “la
esperanza de México”, y acude al “Se los advertimos que nos iban a llevar al
despeñadero”. El PT se define orgullosamente de izquierda, y Movimiento
Ciudadano, acude al spot musical: “Basta de los corruptos de siempre, basta de
políticos delincuentes, se terminó la paciencia, ya no queremos violencia”.
El PVEM –que al
inicio de las campañas suma 189 millones de pesos en multas por propaganda
indebida-, presenta como propias reformas como la prohibición del cobro de
cuotas en las escuelas públicas, que fue una demanda de la izquierda; el
establecimiento de la cadena perpetua a secuestradores, resultado de la derrota
a su propuesta de pena de muerte. El resto de los partidos, contratan a actores
y satanizan a la política: “Me da mucha confianza saber qué este partido no
está conformado por políticos y que tampoco fue formado por desertores de otros
partidos”; aunque la mayor parte de sus integrantes proviene de otros partidos.
Las campañas inician
poniendo énfasis en los yerros los partidos y no de los cambios que demanda el
país, lo que alejará a los ciudadanos de las urnas e impedirá revertir la
degradación de las instituciones públicas resultado de pactos antidemocráticos
y complicidades con una oligarquía voraz que consume a México.
Alejandro Encinas
Rodríguez
(Senador de la
República)
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