Por lo menos 60 modificaciones que se
habían aceptado, no están incluidas en el proyecto que estamos discutiendo:
Encinas Rodríguez
Intervención
del Senador Alejandro Encinas Rodríguez, del Grupo Parlamentario del PRD,
durante la reunión de trabajo de comisiones unidas de Comunicaciones y
Transportes; de Radio, Televisión y Cinematografía; y de Estudios Legislativos.
Alejandro
Encinas Rodríguez (AER). Muchas gracias, senador
Presidente.
Yo,
en primer lugar, quiero expresar mi solidaridad con las ciudadanas y los
ciudadanos que intentaron expresarse en este recinto y que lamentablemente por
la intolerancia que prevalece en la relación de esta representación popular con
la ciudadanía no pudieron hacerlo.
Quiero
hacer un llamado y un exhorto al presidente del Senado de la República y al
presidente de la Junta de Coordinación Política para que se revise el papel que
debe desempeñar el cuerpo de resguardo y seguridad de la Cámara de Senadores,
porque la obligación de este personal es la de auxiliar en la relación de los
senadores con la sociedad y de ninguna manera actuar como cuerpo policiaco.
Es
un órgano de resguardo, no es una policía y en esas sesiones, todas de carácter
público, debemos aprender a reivindicar un principio fundamental en el trabajo
parlamentario y legislativo en la relación con la sociedad, que es el principio
de la tolerancia y el respeto con quienes piensan diferente que nosotros.
Dicho
esto, quisiera empezar por señalar que más allá del proceso de discusión que ha
restringido hoy la posibilidad del debate en lo particular de las reservas, lo
cual va a motivar una enorme incertidumbre en lo que será el dictamen final que
se someterá al Pleno, porque hasta donde tengo entendido por lo menos 60
modificaciones que se habían aceptado, 45 modificaciones plenamente redactadas,
15 en revisión, no están incluidas en el proyecto que estamos discutiendo.
Desde
el día de ayer que se circuló el documento y en la información que dispongo
evidentemente el no haber cumplido que esas modificaciones se iban a incorporar
en la sesión de las comisiones unidas nos va a dejar en incertidumbre y espero
–ahí sí no coincido con mi compañero Benjamín Robles– que no aparezca un
adéndum que modifique de fondo y profundice la regresión que, desde mi punto de
vista, significa este dictamen respecto a la reforma constitucional que
consensamos el año pasado.
Esto
debe preocuparlos porque no sería la primera vez en donde, teniendo acuerdos,
se da marcha atrás. Pongo los dos ejemplos más recientes, un acuerdo pleno en
la reforma político-electoral, donde de repente de manera subrepticia nos
apareció el haber de retiro de los magistrados del Tribunal Electoral, que
afortunadamente ya se revirtió, y otra que hace apenas 15 días que tenía un
acuerdo para dictaminar en el periodo extraordinario los mecanismos de
asignación de los diputados de representación proporcional de las coaliciones,
el Senado decidió levantar su sesión en lugar de dictaminar la minuta enviada
del Senado.
Yo
creo que por eso debemos de ser muy claros. Por supuesto que yo no estoy en
contra de la negociación. La negociación es parte de nuestra labor legislativa
y debe ser transparente, clara, como se ha anunciado permanentemente.
El
problema no es negociar, sino qué se negocia y la certeza en lo que se negocia
y hoy, en este proyecto de dictamen, hay que decirlo, no solamente no hay
certeza, hay una incertidumbre y el riesgo de que se profundice esta regresión.
Y
hablo de una vez yo, porque desde mi punto de vista este dictamen es un viraje
de 180 grados respecto a la reforma constitucional que hace apenas un año,
bueno, a finales del año pasado, buscaba establecer condiciones de competencia
real para la telefonía, la radio y la televisión.
A
partir de consolidar principios básicos de los derechos ciudadanos a la
igualdad, la pluralidad y la competencia, para hacer valer la noción del
servicio público que representan las telecomunicaciones y la radiodifusión en
el país.
Y
lamentablemente el proyecto de dictamen, si bien ha sufrido modificaciones,
registra correcciones de algunos avances respecto a la iniciativa del Ejecutivo
Federal, hoy no garantiza que los servicios de telecomunicaciones y de
radiodifusión sean prestados en condiciones de calidad, cobertura universal,
acceso libre y continuidad, preservando la pluralidad y la veracidad de la
información.
Por
eso quisiera destacar tres temas que a mi juicio no se han logrado establecer y
consolidar en este dictamen, en donde existen profundas insuficiencias y que no
se reducen al debate en torno a la definición de preponderancia, que es uno de
los temas al que me voy a referir más adelante.
Pero
creo que el punto inicial de esta discusión, si queremos avanzar en la
democratización de los medios, debe de partir de generar las condiciones para
el ejercicio libre de los derechos que los ciudadanos tienen consagrados en la
Constitución, partiendo de lo establecido en el artículo sexto constitucional,
donde el Estado tiene la obligación de garantizar el derecho a la información
de los ciudadanos y la plena libertad de expresión.
Y
por eso lo que corresponde al ejercicio del derecho a la información al derecho
a la libertad de expresión, a la no censura, el derecho de los usuarios al
servicio de calidad con tarifas más bajas; el de las audiencias para acceder a
una oferta que permita elegir entre distintas opciones de comunicación,
reconociendo la pluralidad cultural, étnica y política de nuestra sociedad.
El
derecho de réplica sobre el cual está pendiente la elaboración, el dictamen de
esta ley que tenía un término constitucional y otros temas como el derecho a la
objeción de conciencia de los comunicadores y en particular y esto lo subrayo,
el derecho a la privacidad y la libre circulación de las ideas y de los
documentos que tienen los ciudadanos en sus comunicaciones telefónicas, a
través de la red o bajo cualquier modalidad, no están garantizados en este
dictamen.
Segundo
tema que a mi juicio es de las asignaturas pendientes: el garantizar la
democratización de los medios, que no se resuelve con la definición de
preponderancia, ese no es el tema nodal, porque la democratización de los
medios no va a venir de los concesionarios comerciales, de las concesiones
privadas y comerciales, cuyo objetivo fundamental es el lucro y la ganancia.
Vamos
a ver el debate de preponderancia,, que de origen tiene muchos problemas e
implicaciones se ha decidido transcribir y establecido en la reforma
constitucional, en el artículo 28, el segundo y el octavo transitorio, en donde
de manera indiscriminada o indistinta se establecen distintos conceptos de
preponderancia. El propio artículo 28 habla de preponderancia por sector y por
mercado en el mismo párrafo.
El
Segundo Transitorio habla de segmentos del mercado y especifica cada uno de los
servicios y el Artículo Octavo Transitorio habla de preponderancia en servicio
y los especifica.
Es
evidente que de origen tenemos un problema con esta definición. Va a terminar
tarde o temprano en la resolución de la Corte, más cuando en el Artículo Octavo
Transitorio de la Constitución establece ya la única viabilidad de lo que es la
única posibilidad de intervención de vinculación jurídica es el amparo sin la
suspensión de las actividades.
Entonces
es algo parcial y esto derivará justamente en esta de solución sobre la
preponderancia que dependerá en gran medida de la fortaleza que de esta ley le
otorgue al Instituto Federal de Telecomunicaciones.
Pero
la verdadera democratización de los medios, como decía, no vendrán de los
medios comerciales. Tendrá que venir, o debe venir de la conjunción de dos
factores fundamentales:
Lo
que es la verdadera regulación del Estado; el Estado sea un órgano regulador no
sólo de las condiciones de competencia sino del ejercicio de los derechos para
la democrat5ización de los medios y de la construcción de medios alternativos a
los medios comerciales.
Y
aquí lo que son los medios públicos, los medios sociales, comunitarios e
indígenas, son la clave, o deberían ser la clave para genera alternativas de
comunicación democrática a partir de reconocer que las telecomunicaciones y la
radiodifusión en tanto asuntos del interés público no van a ser resueltos por
el Estado, digo, por el mercado, y el Estado debe de intervenir.
Y
en este Dictamen se reduce la misma expresión a los medios públicos y a los
medios sociales, en donde se llega al extremo, en el caso de los medios
indígenas, en donde ahora intervendrá la Comisión para el Desarrollo de los
Pueblos Indígenas, que tendrá que emitir un certificado de indigenismo a los
solicitantes de una concesión de cualquier comunidad o pueblo originario de
nuestro país.
Y
no es con la tutela de la autoridad como se va a desarrollar estos medios,
menos aún cuando se restringe solamente el acceso de los medios comunitarios y
de los medios indígenas al 10 por ciento del espectro de la radio en frecuencia
modulada y a un pedazo de lo que quede de amplitud modulada.
Una
verdadera democratización de los medios siguiendo ejemplos como Ecuador,
Uruguay y Argentina, donde se establece que se divide en tres tercios iguales
el espectro radioeléctrico para cada una de las modalidades de concesión, pues
debería permitir a los medios sociales el acceso a la radio, a la televisión y
a las telecomunicaciones en su conjunto, porque reducirlos al 10 por ciento de
la frecuencia modulada; bueno, ya lo mejoraron ahorita, con lo que se presentó
al principio de la reunión no es sino mantenerlos en la marginalidad.
Y
el tercer tema fundamental es hacer del IFETEL un verdadero órgano con
autonomía constitucional real, eliminando cualquier injerencia indebida del
gobierno, no solamente en lo que se refiere al otorgamiento de las concesiones,
en la supervisión de los contenidos, pero también en la vigilancia del
ejercicio de los derechos, de los usuarios, de las audiencias y de las
garantías y libertades políticas que otorga la Constitución a las y los
mexicanos y lamentablemente ese Dictamen no establece una verdadera pluralidad
mediática, no fortalece los derechos fundamentales y los mecanismos de defensa
de los ciudadanos.
Se
mantiene una gran vicisitud en la regulación de la concentración monopólica,
con una parcialidad favorable hacia el agente económico preponderante de la
radiodifusión y debilita las facultades de independencia del órgano regulador.
Por
eso, nosotros insistimos en que debe retomarse la Reforma Constitucional cuando
se propuso revertir la falta de pluralidad que prevalece en los medios de
comunicación del país, y garantizar el acceso efectivo de medios de
comunicación a la sociedad, los pueblos originarios y en particular, a los
medios públicos y los medios comunitarios.
En
ese sentido, creo que vale mucho la pena retomar las propias recomendaciones
que ha hecho la Relatora para la Libertad de Expresión, Catalina Botero, a
nuestro país, en donde destaca de manera particular que la diversidad y debate
democrático se encuentran seriamente limitados en nuestro país, por la alta
concentración en la propiedad y el control de los medios de comunicación, a los
que se les han asignado frecuencias de radio y televisión, por la ausencia de
un marco jurídico claro, que se pretendía resolver con esta ley; y la
inexistencia de mecanismos de acceso a medios alternativos de comunicación, que
se vuelve a refrendar estas restricciones a los medios sociales y a los medios
públicos, con las restricciones de acceso al espectro radioeléctrico y a la
prestación del conjunto de los servicios.
Y
al mismo tiempo, vale la pena destacar cómo prevalecen injerencias arbitrarias
que atentan contra los derechos de los ciudadanos; y destaco en particular la
intervención de las comunicaciones sin que medie orden judicial, lo dice con
toda claridad en el capítulo de colaboración con la justicia, en el artículo
189, que los concesionarios de telecomunicaciones y, en su caso, los
autorizados y proveedores de servicios de aplicaciones y contenidos, están obligados
a atender todo mandamiento por escrito, fundado y motivado por la autoridad
competente, en los términos que establezca la ley.
¿Cuáles
son las autoridades competentes?, las judiciales y las de seguridad pública; ya
por lo menos se acotó para que se incorporaran las de seguridad nacional o las
fuerzas armadas. Pero es una verdadera regresión que se permita la intervención
de las comunicaciones de los ciudadanos, sin que medie una resolución o un
mandato judicial correspondiente.
Podría
retomar mucho de lo que han señalado distintas organizaciones sociales, algunas
estaban aquí. Ayer mismo sostuvimos una reunión con el Relator Especial sobre
Libertad de Expresión de Naciones Unidas, con Frank La Rue, donde nos hizo
llegar este documento signado por decenas de organizaciones de la sociedad
civil.
O
también retomar lo que ha hecho explícito esos 31 puntos que nos presentó en la
Mesa Directiva de la Cámara de Diputados el Frente por la Comunicación
Democrática; en donde se sintetizan las propuestas –desde mi punto de vista– en
dos palabras: diversidad y pluralidad, que son condiciones inherentes para
lograr una comunicación democrática.
Diversidad
en los medios y el acceso a los ciudadanos a medios alternativos; y pluralidad
en el reconocimiento de nuestras diferencias políticas, étnicas, culturales que
prevalecen en este país.
Por
esas omisiones y por este contenido del dictamen, mi voto será en contra.
Muchas
gracias.
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