Legislación secundaria en telecomunicaciones no garantiza la democratización de los medios de comunicación: Alejandro Encinas
Intervención en tribuna del
senador Alejandro Encinas Rodríguez, del Grupo Parlamentario del PRD, para
razonar su voto en contra del dictamen de leyes secundarias en materia de
telecomunicaciones.
Alejandro Encinas Rodríguez,
(AER): Muchas gracias, señor presidente.
Antes de iniciar mi intervención y le pediría que no
corriera el reloj, quisiera solicitarle vuelva a girar instrucciones al
personal de resguardo y seguridad para que dé las facilidades, no solamente
para que desempeñemos nuestras funciones las senadoras y senadores , es
prácticamente imposible que el personal de apoyo pueda ingresar a este recinto
porque se han cerrado las puertas con el personal de seguridad y prácticamente
se ha cercado a la gente para que pueda hacer seguimiento del debate.
Ahí están las galerías vacías, que es el mejor ejemplo de
la lamentable forma en que se debate en estos temas en el Senado.
Yo por eso quiero reiterarle que este debate por
reglamento se cumpla su carácter público y no se pongan más restricciones que
las que todos cumplamos el compromiso de egresar el orden para la discusión.
Paso a fijar mi posición y a presentar mi voto en contra
de este proyecto de dictamen que reforma diversas disposiciones en materia de
telecomunicaciones y radiodifusión.
Parto de retomar el debate que dimos el año pasado en el
marco de la reforma constitucional. Durante esos debates se dijo con toda claridad
que al Reforma constitucional en Telecomunicaciones y Radiodifusión constituía
sin lugar a dudas un avance que iba a permitir romper con la concentración
monopólica que existe en estos servicios y que condujo al debilitamiento de la
responsabilidad rectora del Estado y posibilitó el empoderamiento de
particulares beneficiarios de la explotación de un bien y de un servicio de
carácter público.
Se dijo también entonces que con esta reforma se
fortalecerían los derechos vinculados a la libertad de expresión al incorporar
el acceso a las tecnologías de la información del conocimiento haciendo un uso
más eficiente del espectro y reduciendo los precios, incrementando a la vez la
calidad de los servicios.
Con esa reforma constitucional se definió a la radiodifusión
y telecomunicaciones como un servicio público destacando la función
social que deberían cumplir las mismas y reconociendo su papel como factor para
el desarrollo e incluso en la reforma constitucional se incluyó el acceso a las
tecnologías de la información y de la comunicación cobijando el derecho de la
información que por disposición constitucional debe ser garantizado por el
Estado.
Por eso, en esa reforma se decidió limitar las
atribuciones del Ejecutivo federal en el otorgamiento de las concesiones y
crear un órgano con autonomía constitucional, en Instituto Federal de
Telecomunicaciones.
En esa reforma también se destacó, se contemplaron
diversos tipos de concesiones, las públicas, las comerciales y las sociales,
entre las que destacan los medios comunitarios y los medios indígenas.
Y en esa reforma se estableció como un compromiso
fundamental establecer el derecho de las audiencias y el reconocimiento a los
medios comunitarios e indígenas y el acceso libre a la red, al Internet.
Sin embargo, y más allá de la euforia que provocó en su
momento la aprobación de esa reforma constitucional, desde entonces hice
hincapié de que era necesario hacer un reflexión sobre los verdaderos alcances
y significados de la misma, ya que esta reforma para algunos buscaba mediar ene
l conflicto entre dos grupos de poder económico, mientras que para otros el
Estado recuperaría la rectoría en el sector, acotaría los poderes fácticos,
enfrentaría a los monopolios y permitiría la democratización de los medios de
comunicación.
Desde entonces señalé que abrir la competencia no
garantiza por sí misma la eliminación de las prácticas monopólicas ni el
ejercicio pleno del derecho a la información y menos aún la auténtica
pluralidad en los medios de comunicación.
Y dije “abrir el mercado de las telecomunicaciones no
implica necesariamente su democratización”. Suponer que dos nuevas cadenas
nacionales de televisión abierta y una nueva cadena de carácter público
quebrarán la estructura monopólica de la radiodifusión, resultaría iluso, como
también dije, resultaría iluso suponer que con ello se democratizarán los
medios y se romperá el monopolio fundamental, el monopolio sobre la percepción
y la generación de opinión pública.
Por eso es importante remarcar que el Estado está obligado
a construir un orden democrático fundado en el control de los abusos que
derivan de la concentración del espectro radioeléctrico del país, asumiendo que
este espectro es propiedad de la Nación, es un servicio público que debe
contribuir a construir una cultura de tolerancia y respeto a la pluralidad y
diversidad social étnica y de género en el desarrollo de la convivencia cívica
y la integración nacional, diversificando las concesiones y fortaleciendo
medios alternativos de comunicación, particularmente en el ámbito público y en
el ámbito social, reforzando la responsabilidad del Estado para garantizar la
libertad de expresión, la libre circulación de las ideas y de documentos y el
respeto pleno y absoluto a la privacidad de las comunicaciones de las personas
bajo cualquier medio.
Ahora bien, en el dictamen que estamos discutiendo no se
establece una verdadera pluralidad mediática, no se fortalecen los derechos
fundamentales ni los mecanismos de su defensa y presenta incluso injerencias arbitrarias
contra los derechos de los ciudadanos.
Se mantiene una gran lasitud en la concentración
monopólica y se debilita la independencia del órgano regulador con respecto al
poder del Ejecutivo y los agentes económicos dominantes.
Por eso quiero insistir en que el rediseño del modelo de
comunicación que existe en el país debe desarrollar un mecanismo que conduzca a
revertir la falta de pluralidad en los medios de comunicación que subsiste.
Y por ello quiero destacar tres temas que a mi juicio no
se han logrado resolver de manera clara en este dictamen y que, si bien se han
realizado un buen número de modificaciones a la iniciativa del
Ejecutivo y del dictamen o proyecto de dictamen original, no se modifica en lo
sustancial la regresión que representa respecto de la reforma constitucional
aprobada el año pasado.
Primero. Estoy convencido de que estas leyes secundarias
no garantizarán la democratización de los medios de comunicación porque
implica, como lo he señalado, el generar las condiciones para el ejercicio
pleno de los derechos de los ciudadanos y garantizar el derecho a la
información, a la libertad de expresión, a la no censura, al derecho de los
usuarios a acceder a servicios de calidad con tarifas bajas, al derecho de las
audiencias para acceder a una oferta diversa que permita elegir entre diversas
opciones de comunicación y reconozca la pluralidad cultural, ética y política
de nuestra sociedad.
Segundo. Esta reforma no fortalece a los medios públicos,
lo medios sociales, comunitarios e indígenas que son el instrumento clave para
generar alternativas de comunicación democrática. Y por el contrario y de
manera lamentable tanto los medios públicos como sociales se reducen a su
mínima expresión, donde se llega al extremo en el caso de los medios indígenas,
a la intervención de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas
que tendrá que emitir, a manera de la época de la Colonia, un certificado de
Indios o de buena conducta para que los pueblos originarios puedan acceder a
estas concesiones de carácter social.
Los pueblos indígenas no necesitan ninguna otra tutela, no
necesitan, como dice el senador Lozano, llevarlos de la mano para que obtengan
sus concesiones, necesitan de respeto para reconocer su autonomía y el pleno
ejercicio de sus sistemas tradicionales.
En este dictamen de las leyes secundarias, en lugar de
restringir a los medios públicos y sociales, debería de retomar las
experiencias exitosas aplicadas en otros países como el Ecuador, Uruguay,
Argentina, donde el espectro radioeléctrico y las telecomunicaciones se divide
en tres tercios para cada una de las modalidades de la concesión,
permitiendo a los medios sociales el acceso a la radio, a la televisión y a las
televisiones en su conjunto, no reducirlos al 10 por ciento de la frecuencia
modulada en radio y reducirlos a un segmento de la frecuencia de Ampliación
Modulada.
Por eso, también deberán retomarse experiencias de medios
públicos exitosos como la BBC de Londres, que es un medio público bajo la
regulación del congreso de la Gran Bretaña, al igual que la televisión española
y la televisión francesa.
Un tercer tema fundamental es, y que no se ha abordado con
profundidad, es hacer del IFT un verdadero órgano con autonomía constitucional,
eliminando cualquier intento de injerencia indebida del Gobierno y haciendo que
el IFT no solamente atienda el otorgamiento de la concesiones y supervise los
contenidos, sino que también vigile el ejercicio de los derechos de los
usuarios, de las audiencias y las garantías y libertades políticas que nuestra
Constitución otorga a todas las mexicanas y a todos los mexicanos.
Por eso insisto en que debe retomarse la reforma
constitucional cuando se propuso revertir la ausencia de pluralidad que
prevalece en los medios de comunicación y garantizar el acceso efectivo a los
medios comunitarios e indígenas a la prestación de la totalidad de los
servicios.
Por otro lado el derecho de réplica queda pendiente, al
igual que el derecho a la objeción de conciencia de los comunicadores y en
particular, y lo subrayo, se atenta contra el derecho a la privacidad y la
libre circulación de las ideas y de los documentos que tienen los ciudadanos en
sus comunicaciones telefónicas a través de la red o bajo cualquier modalidad,
pues hoy se pretende permitir que se intervengan llamadas o se intervenga la
red para que medie la orden de un juez como lo establece nuestra propia
constitución.
La discusión se ha concentrado fundamentalmente en la
definición de preponderancia, si es esta por sector o por servicios y si bien
este debate demuestra que de origen hay un problema de interpretación
constitucional y si bien se ha decidió transcribir a la letra el artículo 28
constitucional y los artículos transitorios que se refieren al tema, sigue
prevaleciendo la confusión, ya que en esta redacción se refiere la
preponderancia a sector, a segmentos del mercado, a mercado o a
servicios, incluso especificando cada uno de esos y es evidente que de origen
por este problema este litigio acabará en los tribunales.
Sin embargo, yo quiero señalar que sea cual sea la
resolución que se adopte en el dictamen o por la corte respecto a
preponderancia por sector o por servicios, por los términos en que se emite la
ley secundaria no se ataca el problema fundamental, no se resolverá el problema
de la concentración de los medios de comunicación, aquí por el contrario se
trata fundamentalmente de avanzar en el rediseño del poder económico y del
poder de la oligarquía económica de este país.
Yo creo que esto lo refiere de manera muy clara la
intervención del senador Roberto Gil el día de antier en la reunión de
comisiones unidas, cuando al referirse en el tema de preponderancia decía que
en este tema no se debe tener un efecto neutro, si se tenía que atender las enormes
desproporciones de los mercados y señalaba que el valor de ingresos en 2013 del
sector de telecomunicaciones, donde participa de manera preponderante un agente
económico, fue del orden de 263 mil millones de pesos, mientras todo el sector
de televisión restringida valía 38 mil millones de pesos.
No se trata de quitarle a Slim para darle a Azcárraga, eso
no va a resolver la concentración de los medios, ni la concentración del poder
monopólico del control de la opinión pública.
Por eso, eso no va a resolver el problema del niño de
Cochoapa el Grande en la montaña de Guerrero, que hoy no recibe los
servicios de radiodifusión o telecomunicaciones, simple y sencillamente porque
el objetivo de estas empresas no es la prestación del servicio sino la ganancia
y en el dictamen no se resuelve con claridad la responsabilidad del Estado para
prestar el servicio donde hay ausencia por lo que el hijo del niño de hoy en
Cochoapa el Grande en muchos años no recibirá estos servicios.
Concluyo señor presidente.
La verdadera democratización de los medios no vendrá de
los medios comerciales, tendrá que venir de la conjunción de dos factores
fundamentales: primero una firme regulación del Estado a través del órgano
regulador con autonomía constitucional que deba atender además de las
condiciones de competencia el ejercicio pleno de los derechos de los ciudadanos
y no interponer injerencias indebidas como se pretende en la privacidad a los
ciudadanos o se pretende que en la colaboración con autoridades citar a
su privacidad y el segundo gran tema es el de la apertura de los medios
sociales y públicos como alternativas reales, hay que retomar lo que estableció
la relatoría para la libertad de expresión sobre el carácter de los medios de
comunicación en México que dio a conocer Catalina Botero en
2010, donde señala que la diversidad y el debate democrático se encuentran
limitados por la alta concentración en la propiedad y en el control de los
medios de comunicación a los que se les han asignado las frecuencias de radio y
televisión por la ausencia de un marco jurídico claro y equitativo en donde
prevalece la inexistencia de mecanismos para el acceso a medios alternativos de
comunicación.
Son muchos los temas que podemos abordar, los que
(inaudible) con la reunión del relator especial de libertad de expresión,
versiones de organizaciones de la sociedad civil o el documento que entregó a
la mesa directiva el frente por la comunicación democrática que voy a pedir se
incorpore al diario de los debates, le voy a pedir al señor presidente, en
donde se da clara cuenta de las omisiones y las ausencias de este debate.
Por eso concluyo solo con dos palabras que a mi juicio
resumen o deberían resumir cuál debería ser el papel a cumplir por este
congreso, porque nuestro objetivo no es resolver los litigios de grupos de
poder económico sino hacer prevalecer el estado de derecho y velar por las
libertades y las garantías de los ciudadanos.
Dos palabras: diversidad y pluralidad, que son condiciones
inherentes para lograr una verdadera comunicación democrática, diversidad en
los medios y el acceso a los ciudadanos a medios alternativos y pluralidad en
el reconocimiento de nuestras diferencias políticas, étnicas y culturales que
prevalecen en nuestro país, por esos argumentos por las omisiones y el
contenido del dictamen mi voto será en contra.
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