Hacia una nueva Constitución
Alejandro
Encinas Rodríguez
El
Universal
Martes, 09 Febrero 2016
15:45
En vísperas
de que la Constitución Política de nuestro país cumpla su centenario, se abre
una oportunidad invaluable para colocar su devenir en el centro del debate y
reflexionar en torno a la necesidad impulsar una nueva Constitución que
actualice y establezca un nuevo pacto social entre los mexicanos.
En estos
casi cien años transcurridos, la Constitución ha sufrido 697 modificaciones,
432 de las cuales (62%), se han realizado a partir de la instauración del
modelo neoliberal durante el gobierno de Miguel de la Madrid.
Si bien
algunas de estas reformas han retomado banderas progresistas, como el derecho
al sufragio de las mujeres alcanzado en 1953; el reconocimiento de los derechos
humanos y las garantías para su protección; el reconocimiento de los pueblos y
las comunidades indígenas a su libre determinación y autonomía; el derecho al
libre acceso a la información pública, a la transparencia y la rendición de
cuentas por parte de la autoridad, y, recientemente, la reforma que reconoce la
autonomía y soberanía a los habitantes de la Ciudad de México, en su esencia,
la Constitución ha dejado de ser una carta de derechos fundamentales, para
atender los intereses y la ambición de una minoría privilegiada.
Las reformas
promovidas por el neoliberalismo han desmantelado los pilares fundamentales de
nuestra constitución: la propiedad originaria de la Nación sobre los recursos
del subsuelo; la rectoría económica y las responsabilidades sociales del
Estado, así como los derechos sociales de los mexicanos: el derecho agrario y
el derecho laboral.
Por ejemplo,
los cambios promovidos al Artículo 27 en 1992, como condición para la firma del
TLC, eliminó el carácter inalienable de las tierras de ejidos y comunidades buscando
su privatización, y posteriormente, la reforma energética, legalizó el despojo
de las tierras para la explotación de hidrocarburos y otros recursos naturales,
bajo eufemismos como la “ocupación temporal” o la servidumbre de paso. Al
igual, la reforma laboral desmanteló los derechos de los trabajadores
establecidos en el Artículo 123, a la estabilidad y permanencia en el empleo, y
a una jornada laboral de ocho horas y al pago de un salario remunerador, al
desregular la relación entre patrones y trabajadores, permitiendo la
contratación por hora, día, semana o mes, a prueba o para capacitación y la
subcontratación.
Nuestra
Carta Magna ha dejado de ser un instrumento de emancipación social, para
convertirse en un instrumento de dominación, al servicio deuna minoría
invisible que no rinde cuentas a nadie. El pacto fundacional de 1917 ya no
existe. Las reformas, aprobadas a lo largo de tres décadas de dogmatismo
neoliberal, han borrado las reminiscencias de los legados más valiosos de la
Revolución Mexicana.
El país
necesita de una nueva Constitución. México no se encontrará a sí mismo mientras
no inicie una reflexión nacional en la cual imaginemos colectivamente el país
que queremos. No se trata de una visión nostálgica ni se pretende volver al
texto original de 1917, sino de recuperar su esencia social y libertaria,
asumiendo los desafíos y realidades del Siglo XXI. (Senador de la
República)
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