Intervención en tribuna del
senador Alejandro Encinas Rodríguez, del Grupo Parlamentario del PRD, para
presentar a nombre de las comisiones dictaminadoras el proyecto de decreto por
el que se reforman y derogan diversas disposiciones de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de reforma política de la Ciudad de
México.
Alejandro Encinas Rodríguez,
(AER): Muchísimas
gracias, senador presidente.
Compañeras y compañeros senadores.
Sin lugar a dudas hoy estamos ante un momento de
definición muy importante, solamente para la vida de los capitalinos,
sino para el federalismo y el desarrollo de la vida municipal en nuestro país.
La Cámara de Diputados para armonizar lo que fue la
Reforma Política para el Distrito Federal, la misma Reforma Constitucional en
materia de desindexación del salario mínimo, para incorporar la definición de
unidad de medida, y al mismo tiempo actualizar los tiempos que habían vencido,
para que el Instituto Nacional Electoral emitiera la convocatoria para la
conformación de una Asamblea Constituyente Fundacional para la Ciudad de México
y para el registro de candidatos independientes.
Creo que se ha cumplido puntualmente, como lo ha
expresado aquí con toda claridad el senador Enrique Burgos.
Sin embargo, si quiero destacar que si bien son
reformas de forma o menores, son de gran importancia. ¿Por qué?, porque mina el
dique de contención que a lo largo de casi 2 siglos ha impedido a los
habitantes del Distrito Federal gozar de derechos políticos plenos y al mismo
tiempo dotar de autonomía política y de una Constitución Propia a la Ciudad de
México.
Hoy damos un paso decisivo para cerrar un largo
proceso de discusión, de casi 2 siglos, que inició en 1824 cuando se estableció
la figura de Distrito Federal a partir de crear un perímetro de dos leguas a la
redonda de lo que es la Plaza de la Constitución, (inaudible) en tanto sede de
los Poderes Federales gozar de autonomía política y del mismo régimen de
derechos y obligaciones que los demás estados y los demás ciudadanos den el
país.
Es una discusión que se dio también en 1857 cuando
se planteó por primera vez la posibilidad de que el Distrito federal gozara de
una Constitución propia, la cual se negó en su momento.
Hoy estamos dando un paso sustantivo, porque
después de los tres años de discusión de esta Legislatura, se modifica la
naturaleza jurídica y constitucional del Distrito Federal, para crear una nueva
entidad federativa que se denominará Ciudad de México.
La cual contará con una Constitución propia que le
permitirá consolidar el régimen de derechos y garantías civiles alcanzados en
la Ciudad de México, ampliar esos derechos manteniendo la existencia y
coexistencia con el orden federal y local en el mismo territorio.
Este será un instrumento para consolidar
paradójicamente los derechos alcanzados, en una entidad en el que pese a las
restricciones legales que hasta la fecha existen, es la entidad con más
derechos civiles en nuestro país.
No me voy a detener en las demás implicaciones de
la reforma, sino que quiero señalar que esta reforma representa el
establecimiento de poderes bajo el mismo régimen de responsabilidades que rigen
a los demás estados de la Unión, convirtiendo a la ciudad en una entidad
federativa y que tendrá competencia para resolver lo concerniente a su gobierno
interior y a su organización política y administrativa, bajo la forma de
gobierno republicano, representativo, democrático y laico.
Lo que representa por fin el reconocimiento a la
soberanía popular para los habitantes del Distrito Federal.
Aquí el tema central son los ciudadanos que tendrán
que ampliar sus derechos para ejercer con toda libertad la democracia
representativa y la democracia directa para que el plebiscito, el referendo, la
iniciativa popular, la revocación de mandato y las candidaturas independientes
formen parte de su cuerpo fundacional en una Constitución.
Por eso más allá de que el Jefe de Gobierno gozara
de facultades plenas, que se democratice la Asamblea Legislativa y sus órganos
de gobierno, para que desaparezca esa figura de Comisión de Gobierno y haya una
Junta de Coordinación Política integrada por representación proporcional; que
se establezca un Poder Judicial con plenas atribuciones en la Ciudad de México
y que se establezcan alcaldías integradas por un alcalde, y entre 10 y 15
concejales que terminen por fin con el cacicazgo, las jefaturas
delegacionales, al tener contra pesos integrados por el principio de
mayoría relativa y representación proporcional y con facultades para fiscalizar
los recursos en el ejercicio de las alcaldías, es un cambio sustantivo que
abrirá la puerta –además- a la participación de los ciudadanos.
Y no es menor, aquí difiero profundamente por lo
señalado por mi compañero y amigo Mario Delgado, la creación del Consejo de
Desarrollo Metropolitano, que indudablemente será el el puerto de inicio de una
reforma más a fondo en materia no solamente de planeación del desarrollo
urbano, de planeación de las ciudades, sino particularmente el establecimiento de
nuevas modalidades de gestión de gobierno en las zonas metropolitanas del país
donde se concentra la inmensa mayoría de los mexicanos.
Hoy con esta reforma y con este concepto de
desarrollo metropolitano, la experiencia que hemos construido entre el gobierno
del Estado de México y el gobierno del Distrito Federal con la Comisión
Ejecutiva de Coordinación Metropolitana, la Comisión Ambiental Metropolitana,
todas las demás comisiones de esta naturaleza que han incluso derivado en
programas, acciones y legislaciones comunes, podrán dar cauce a la conformación
de de nuevas gestiones de gobierno en donde no solamente más allá de los
límites jurisdiccionales de estados, municipios o alcaldías, hoy podamos asumir
que la gestión de temas ambientales, de seguridad pública, de movilidad urbana,
de transporte público, etc., acciones de carácter común.
Pero ahora hay que ver hacia adelante,
efectivamente ahí coincido con el senador Mario Delgado, la integración de la
Asamblea Constituyente ha dejado un gran desazón, porque como efectivamente y
como lo propusimos en las negociaciones, los 100 integrantes de la Asamblea
Constituyentes deberían haberse electo por el voto universal, libre, directo y
secreto de los ciudadanos y hoy se designarán 40 de estos integrantes a través
del Ejecutivo Federal y del Ejecutivo Local.
Por eso hoy, yo quisiera plantear algunas medidas
para mitigar esta restricción democrática que se estableció con la conformación
de un constituyente de esta naturaleza.
La primera, yo quiero invitar al Jefe de Gobierno
del Distrito Federal, a quien se le dota de la facultad para presentar la
iniciativa de constitución Política de la Ciudad de México, a que el proceso de
elaboración de esta iniciativa sea un proceso abierto, plural, incluyente y que
permita la mayor participación de los ciudadanos y las organizaciones de la
sociedad civil.
El punto de partida es fundamental para darle
legitimidad al Constituyente y a la Constitución que de este emerja.
En segundo lugar, yo quiero enlazar al presidente
de la República y al Jefe de Gobierno hasta hoy del Distrito Federal, a que los
seis constituyentes que corresponden de designar a ambos Poderes, incorporen en
primer término el principio de igualdad de género y de paridad en la
conformación de su representación y que asuma que no es una representación del
presidente de la República, ni del Jefe de Gobierno.
No es la representación de los partidos políticos a
los que pertenezcan, es una representación que debe ser plural, que represente
a los mejores hombres, las mejores mujeres de la Ciudad de México, para que
esta representación en lugar de conformar una mayoría artificial o pretenda
crear un bloque que se contraponga a las medidas o transformaciones de fondo,
ayuden mejor a consolidar los derechos de los habitantes de la ciudad.
Convocar, en tercer lugar, al Instituto Nacional
Electoral que al momento de emitir la convocatoria en la Asamblea
Constituyente, de la misma manera como lo establecimos en la reforma
constitucional y en la reforma que dio origen a la nueva Ley General de
Instituciones Políticas y Procesos Electorales, garantice la paridad de género,
todo principio de igualdad de género.
Y que no imponga trabas burocráticas o jurídicas al
registro de candidaturas independientes. El INE debe garantizar con plena
solvencia y apegado a derecho lo que es, sin lugar a dudas, el derecho de los
ciudadanos a participar al margen de los partidos.
Y también, quiero replantear que el Congreso
Constituyente de la Ciudad de México pueda resolver uno de los vacíos que nos
quedaron pendientes en la reforma, y es el hecho de que una vez que el Congreso
resuelva sobre la Constitución Política de la Ciudad de México, convoque por
primera vez a un referéndum, que sea la ciudadanía quien refrende la existencia
de la primera Constitución Política en la Ciudad de México.
Falta, sin embargo, y hay siempre el escepticismo,
que es la aprobación que tienen que dar los Congresos locales, por lo menos la
mitad más uno de ellos para que entre en vigor la reforma constitucional y esta
posteriormente se promulgue.
Yo espero que el presidente de la República le de
la misma celeridad a la aprobación de esta reforma a los Congresos locales que
se le dio a la reforma energética y no sea ahí el lugar donde de nueva cuenta choque
o se tope la reforma política para destituir a los capitalinos de derechos
plenos.
Yo simple y sencillamente concluyo diciendo, se
trata esta reforma de una verdadera y profunda reforma del Estado, que como
toda reforma es imperfecta pero que implicará la revisión de nueva cuenta de
nuestro federalismo y del agotado régimen municipal que abrirá nuevas
modalidades al Gobierno en el ámbito metropolitano.
Qué bueno que hoy después de tantos años, de tantas
causas, se recojan los principios de Fray Servando Teresa de Mier, de Francisco
Zarco, del propio Vicente Lombardo Toledano, Arnoldo Martínez, Heberto
Castillo; de dotar de autonomía plena a la Ciudad de México.
Y cito una frase de Francisco Zarco en el
Constituyente de 1857, se ha dicho, cito textual, que es imposible que existan
en un mismo punto el Gobierno General y el de un estado, y así se propaga una
idea falsa de federación, pinta al Gobierno de la Unión como una planta maldita
que seca y esteriliza cuanto esté a su alrededor, por qué el Gobierno que sólo
debe ocuparse del interés federal ha de ser un obstáculo a la libertad local.
Hoy estamos dando ese paso para que la libertad y
la autonomía local en la Ciudad de México sea ejercida plenamente por sus
ciudadanos.
Muchísimas gracias.
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