Asfixia
El Universal
Alejandro Encinas Rodríguez
Martes 04 de Noviembre 2014
Alejandro Encinas Rodríguez
Martes 04 de Noviembre 2014
Han transcurrido cinco semanas de la barbarie cometida contra
estudiantes normalistas en el municipio de Iguala. A lo largo de estos días de
indignación y reclamos en todo el mundo, ha prevalecido la incertidumbre
respecto al destino de los 43 jóvenes secuestrados por policías municipales
convertidos en sicarios al servicio del crimen organizado.
Han sido semanas de desatinos y titubeos, como la tardía
separación del gobernador Ángel Aguirre, renuente a abandonar el cargo pese a
la ingobernabilidad en la entidad, de la que han dado cuenta las fosas
clandestinas que a diario se encuentran y la impunidad con que los carteles del
delito operan en vastas regiones del estado.
Es ostensible la incompetencia del Gobierno federal para dar
con el paradero de los jóvenes; detener al ex alcalde de Iguala y sus
cómplices; la omisión de las autoridades locales a quienes el Secretario de
Gobernación les requirió el resguardo de los hoy prófugos, y deslindar
responsabilidades de las autoridades que han permitido la operación de las
bandas criminales enquistadas en la región.
La confirmación de las ejecuciones extrajudiciales cometidas
por elementos de Ejército en Tlatlaya, los enfrentamientos en Luvianos; el
homicidio de un estudiante de la Universidad de Guadalajara, en Guanajuato. La
descomposición de dirigentes del PRD, que lo mismo conviven, que promueven a
agentes vinculados al crimen organizado; el secuestro de atletas en el Ajusco;
los jóvenes tejanos ultimados en Tamaulipas, y una larga cadena de violencia,
dan cuenta de cómo campea la violencia, la corrupción y la impunidad en el país.
A ello se suma la negativa de la SCJN a la solicitud que
millones de ciudadanos presentamos para someter a consulta popular la reforma
energética. Los argumentos esgrimidos para conculcar nuestro derecho a ser
consultados son insostenibles. La ministra Luna Ramos alega que ninguna reforma
constitucional puede someterse a consulta, cuando la carta magna señala que son
objeto de consulta los temas de trascendencia nacional, y nada puede ser más
trascendente que modificar las bases constitutivas de la nación. En tanto que
para la ministra Sánchez Cordero, no procede la consulta por tratarse de un
asunto que afecta los ingresos nacionales. Lo que convalida el albazo de la
madrugada del 13 de diciembre de 2013, cuando de manera subrepticia senadores
del PRI y del PAN incorporaron un adendum al dictamen para vincular la reforma
energética con los ingresos nacionales, tergiversando el precepto
constitucional que limita la realización de la consulta a los asuntos fiscales,
es decir a la fijación de impuestos.
El recuento de agravios puede multiplicarse para dar cuenta
de la profunda crisis que, en materia de inseguridad y respeto a los derechos
humanos, enfrenta el Estado mexicano, cada día más debilitado, por la acción de
un gobierno obnubilado en el ensueño de un país inexistente, que al igual que
en 1994, a la entrada en vigor del TLC, las reformas estructurales le vuelven a
estallar en las manos.
Peña Nieto debe dejar atrás el país de fantasía que quiere construir desde el pedestal de un presidencialismo centralista y autoritario, asumiendo que lo más importante es encarar la verdad, presentar con vida a los normalistas secuestrados y dar un golpe de timón a la política económica.
El país está colapsado. La pobreza y la desigualdad siguen
creciendo, la corrupción y la impunidad están de plácemes, en tanto el miedo,
el vacío de autoridad y la ausencia de ética en la función pública, asfixian
las libertades de los ciudadanos. Conculcar derechos y eliminar los espacios de
participación política, acumularán mayores agravios que, tarde o temprano,
liberarán una energía social renovadora que ningún pacto burocrático podrá
contener.
Senador de la República
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