Crisis constitucional
Alejandro
Encinas Rodríguez
El
Universal
Martes
31 de Octubre 2017
Nada
tiene que festinar el Gobierno federal sobre el desistimiento de Santiago Nieto
para objetar su remoción como titular de la Fepade; ya que, si bien contiene
por el momento un escándalo público que pretenden acallar, no resuelve de fondo
el litigio que motivó a Enrique Peña Nieto a imponer la remoción arbitraria del
fiscal; la investigación, Lava Jato, que el gobierno de Brasil realiza sobre
los actos de corrupción y sobornos pagados por el consorcio Odebrecht y sus
filiales, a políticos y funcionarios gubernamentales para obtener contratos
públicos en al menos once países de América Latina, cuyas líneas, en el caso de
México, apuntan al financiamiento ilícito de la campaña presidencial de 2102.
La
agenda sobre este asunto no se ha agotado pese al desistimiento del ahora ex
fiscal para atender los delitos electorales, y a los desatinos de una mayoría
parlamentaria poco común, que no hizo valer su fuerza, limitada por los
acuerdos de una mayoría amparada en el diseño antidemocrático de los órganos de
gobierno del Congreso de la Unión.
El
PRI y sus aliados, lograron frenar que el Senado ejerciera por vez primera los
instrumentos de control político y contrapeso, propios de una verdadera
división de poderes, para rectificar una decisión del Ejecutivo federal, pero
profundizaron la parálisis de la Cámara alta, que da signos de agotamiento al
mantener irresueltos los nombramientos del Fiscal Anticorrupción y de los
magistrados anticorrupción y del Fiscal General de la República, a los que se
suman ahora, el Procurador General de la República y el Fiscal para delitos
electorales.
Falta
aclarar si el actual encargado de despacho en la Procuraduría General de la
República cumple con los requisitos para asumir esa función, toda vez que no
cuenta con los diez años de ejercicio profesional que establece la ley, además
de revisar si la facultad de remoción del Titular de Fepade está reservada,
como lo establece la reforma constitucional de 2016, exclusivamente al
Procurador, así como fundar y motivar las causas que motivaron dicha remoción.
El encargado de despacho debe rendir cuentas al Senado, poder que designó al
Fiscal, y no solo enviar un comunicado, degradando al Senado a una oficialía de
partes.
Pese
a todo, continúa abierto el problema real: la investigación sobre Odebrecht y
la eventual transferencia de recursos ilícitos provenientes del exterior al
financiamiento de la campaña electoral de 2012, lo que, en caso de acreditarse,
pondría en evidencia la ilegalidad de la elección presidencial y la necesaria
remoción del Presidente, creando una crisis constitucional sin precedente.
Asunto que, cabe subrayar, si bien la autoridad judicial nacional no actuará,
como ha sucedido en otros países contra los funcionarios involucrados, el
proceso se dirimirá en los tribunales de Brasil.
Solo
el exfiscal conoce a cabalidad, los motivos que lo llevaron a desistirse.
Quizá, además de lo manifestado en su pronunciamiento público, haya influido la
amenaza que pende en su contra, con el inicio de al menos seis averiguaciones
previas promovidas en su contra por el abogado del exdirector de Pemex, Javier
Coello Trejo, un viejo abogado del sistema, quien durante el Gobierno de
Salinas de Gortari fue el subprocurador encargado del montaje para detener a
Joaquín Hernández Galicia ―La Quina‖.
En
esta tragicomedia, propia de la justicia mexicana, quien debería estar sujeto a
investigación, contando con la complicidad de las instituciones públicas, busca
erigirse en víctima y verdugo. (Senador de la República)
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