Sesenta y siete
Alejandro
Encinas Rodríguez
El
Universal
Martes, 29 de noviembre 2016
Sesenta y siete. No se trata de un número
cabalístico sino del número de votos que deben alcanzar todos y cada uno de los
artículos que conformarán la primera Constitución Política de la Ciudad de
México.
Sesenta y siete votos representan la mayoría
calificada del total de los integrantes de la Asamblea Constituyente. Cifra que
no alcanza ningún grupo parlamentario por sí mismo ni sumando a sus aliados
tradicionales, lo que impone la necesidad de construir acuerdos que no
impliquen regresión alguna en los derechos y garantías alcanzados en la Ciudad
de México, y que tengan como resultado una Constitución que permita edificar un
nuevo paradigma acorde con la situación actual del país.
No
es una tarea sencilla. El ánimo de diferenciación y el protagonismo de algunos
de los diputados y diputadas constituyentes han propiciado escaramuzas
estériles, que pueden, generar una espiral de tensiones que
conlleven a la Asamblea a extraviarse en un camino sin retorno, lo que obliga a
los constituyentes a adoptar medidas y actitudes que eviten transitar por un
sendero que conduzca al fracaso.
La Asamblea Constituyente ha entrado en su fase
determinante. Las Comisiones de Dictamen han procesado una inesperada carga de
trabajo, resultado tanto del análisis del proyecto elaborado por un grupo
interdisciplinario que hizo suyo el Jefe de Gobierno, y de alrededor de mil 500
iniciativas presentadas por las diputadas y diputados constituyentes, así como
propuestas promovidas por ciudadanos y diversas organizaciones civiles en
ejercicio del derecho, establecido en una convocatoria pública sin precedente
como parte del parlamento abierto, y que han acudido, en su mayoría, a audiencias
públicas para promover y defender sus propuestas.
Confío en que la voluntad, inteligencia y
experiencia de políticos profesionales y de ciudadanos experimentados que
actúan de buena fe, evitarán propiciar un ambiente de crispación, que al calor de
la hoguera de las vanidades conduzca al fracaso. La polarización puede
satisfacer el debate inmediato, pero generan tensiones difíciles de revertir.
Por ello es necesario que el debate se desarrolle
de manera nítida, abierta a la opinión pública, haciendo a un lado la tentación
de reproducir las negociaciones tradicionales entre los partidos, evitando que
las diferencias entre adversarios generen un clima irreversible de resistencias.
Es necesario privilegiar la oportunidad irrepetible
de legar una Constitución digna de los capitalinos y a la altura del México del
Siglo XXI. (Diputado Constituyente)
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