Deshojando
la margarita
Alejandro Encinas Rodríguez
El Universal
Martes, 19 de abril de 2016
Cuenta la leyenda oriental que los jóvenes que cortaban una
margarita que aún tuviera rocío y permanecía fresca después de portarla en su
bolsillo durante 24 horas, significaba que su boda estaría colmada de
felicidad; por lo contrario, si la flor se marchitaba, el joven decidía
permanecer soltero antes que arriesgarse a sobrellevar una vida de zozobra. En
occidente la tradición popular de deshojar la margarita se refiere a dejar al
azar la dicha o el infortunio del amor deseado.
En Palacio Nacional este juego se ha convertido en una comedia de
enredos y equivocaciones que ha derivado en verdaderas tragedias, con la
consecuente falta de decisiones para corregir el rumbo, sancionar a quienes
violan los derechos humanos, delinquen, se corrompen o no cumplen con su deber.
La apuesta inicial del actual gobierno de proyectar una imagen
internacional de un México en bonanza, encabezado por un joven liderazgo, se
desmoronó en unos cuantos meses. La parafernalia de viajes fastuosos, visitando
a reyes y princesas, no ha podido borrar del imaginario internacional, la
brutalidad de la violencia arraigada en México: los cientos de fosas
clandestinas, las decenas de miles de migrantes desaparecidos o asesinados, la
tortura, la desaparición forzada, la trata y el tráfico de personas.
Los videos que circulan por las redes sociales dan cuenta de esta
barbarie, de los niveles de degradación a los que ha llegado la delincuencia
organizada, así como de la tortura y otras prácticas vejatorias cada día más
arraigadas en las corporaciones policiacas y en las fuerzas armadas.
La tolerancia a estas prácticas se ha convertido en omisión y
complicidad. El gobierno actual no asume decisiones elementales y opta por la
mano dura.
Ejemplos abundan. En Veracruz suman decenas las personas desaparecidas;
periodistas y defensores de derechos humanos son perseguidos o asesinados,
mientras el actual gobernador mantiene intocado su virreinato, y otorga
impunidad a una banda de juniors, hijos de empresarios asociados con el
gobierno local o de sus colaboradores cercanos, a quienes se les facilitó la
evasión de la justicia.
El abuso del poder asociado a los negocios. El despojo de que es
objeto la comunidad de Xochicuautla y la depredación del santuario del agua que
representan sus bosques originarios, donde, pese a existir amparos para frenar
la construcción de la carretera Naucalpan-Toluca, la policía estatal protege a
las empresas -al igual que el ejército en las obras del nuevo aeropuerto en el
Lago de Texcoco- y destruye el patrimonio de las familias. En este caso se
trata del Grupo Higa propiedad del ya “célebre” José Armando Hinojosa, por los
contratos millonarios de obra pública al amparo de los gobiernos de Peña Nieto,
y por figurar en la lista de PanamáPapers,
donde depositó la modesta cantidad de 100 mil millones de dólares.
La mofa a los padres de los 43 normalistas desaparecidos de
Ayotzinapa, y la pretensión de dar carpetazo al caso y despedir al Grupo
Interdisciplinario de Expertos Internacionales de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, en momentos en que surgen nuevas evidencias de la
participación en estos hechos de otros cuerpos policiacos federales y
municipales, y la presunción de que algunos de los desaparecidos fueron
trasladados al municipio de Huitzuco.
Mientras en Los Pinos Peña Nieto deshoja la margarita en la
nostalgia de la imagen internacional perdida, siete de cada diez mexicanos
reprueban a su gobierno, un gobierno que en vez de dedicarse a los negocios y a
satisfacer los intereses económicos de unos cuantos, debería asumir sus
responsabilidades sociales y adoptar las decisiones políticas que la realidad
impone. De no hacerlo, no habrá pétalos que alcancen. (Senador de la República)
No hay comentarios:
Publicar un comentario