La disputa por el
General
Alejandro Encinas Rodríguez
El Universal
Martes 13 de agosto de 2013
La pretensión de entregar
el petróleo a capitales extranjeros y nacionales no tiene límites. Se ha
llegado al extremo de lanzar una estrategia de manipulación, con la que se
pretende distorsionar el ideario del cardenismo, osando decir que las
iniciativas presentadas se apegan a los postulados del General Lázaro Cárdenas.
El gobierno intenta
apropiarse del crédito histórico que representa Lázaro Cárdenas para los
mexicanos. Le urge desviar la atención ante la regresión que para el país
significaría entregar sus recursos más preciados a intereses privados, pero
también lo necesita para intentar contener la inconformidad del nacionalismo
que no ha sucumbido ante el pragmatismo y el dinero. Para ello, cuenta con la
avidez de los poderes fácticos, pero difícilmente podrá acreditar que Cárdenas
hubiera compartido reformar la Constitución para eliminar la facultad exclusiva
de la Nación para la prestación del servicio eléctrico nacional, eliminando el
monopolio del Estado en áreas estratégicas como el petróleo y demás
hidrocarburos, la petroquímica básica y la electricidad; establecer contratos
de utilidad compartida con particulares para la exploración y extracción de
hidrocarburos, otorgando permisos para refinación, petroquímica, transporte y
almacenamiento, transfiriendo al sector privado la renta petrolera nacional.
Por ello, resulta oportuna
la carta difundida por Cuauhtémoc Cárdenas hace unos días, que su padre envió
al entonces director de Pemex Jesús Reyes Heroles donde dice: “Dadas las
tendencias acumulativas de los grandes capitales privados y sus correlaciones
con los monopolios internacionales, está en su origen y esencia acaparar y
explotar riquezas naturales de los territorios ajenos, sobre todo de los
recursos no renovables, agotándolas a la par que la fuerza humana de trabajo
(…) al amparo de concesiones y privilegios, se forman estatutos de excepción
extraterritorial violatorios de la soberanía”.
Podrán impulsar una gran
operación mediática, anunciarán la baja en los precios del gas y la luz, pero
difícilmente lograrán cambiar la historia o eludir el arraigo que en nuestra
cultura constituye el petróleo como símbolo de independencia y soberanía;
conceptos ajenos a los tecnócratas que hoy otorgan un triunfo ideológico al
PAN, partido que surgió justamente contra la expropiación petrolera y el
reparto agrario impulsados por Cárdenas.
Lo lamentable del caso es
que ante el asunto más trascendente en la vida política del país, la izquierda
se encuentre dividida y lejos de asumir una acción unificada actúe de manera
fragmentada. Existe conciencia de la gravedad del asunto, pero en lugar de
concurrir en un gran frente nacional contra la privatización, cada quien abre
su agencia, su sucursal para intentar encabezar la defensa del petróleo y
nuestra soberanía energética.
La mayoría de los mexicanos
está en contra de la privatización como lo acreditan las encuestas que ahora
desestima el gobierno. Mas es necesario encauzar esta inconformidad sin
sectarismos. Atendamos lo que muchos ciudadanos han planteado a través de las
redes sociales, es momento de sumar, hay que participar en la consulta del PRD
el 25 de agosto; acudir al zócalo capitalino a la asamblea convocada por Morena
el 8 de septiembre; acompañar las iniciativas que impulsen el PT, el MC y las
organizaciones sociales, y toda acción cuyo objetivo sea defender un bien de la
Nación, como son los hidrocarburos, e impedir que particulares, nacionales o
extranjeros, se apropien de un recurso estratégico para el desarrollo del país,
pero también, aunque a los fanfarrones de la política les parezca un discurso
trasnochado, para defender la soberanía de la Nación.
Senador de la
República
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