Derecho
a la identidad
Alejandro Encinas Rodríguez
El Universal
10 de octubre de 2018
De
nueva cuenta, el Instituto Nacional Electoral presentó ante la Fepade una
denuncia ante una nueva filtración del padrón electoral, que estaba a la venta
a través de la plataforma YouTube.
La
información fue ubicada por la PGR y eliminada del ciberespacio, procediendo posteriormente,
a ubicar y catear el lugar desde el cual se realizaba esta operación,
incautando diversas computadoras, sin detener a ninguna persona.
El
Instituto aseguró que la filtración del padrón no fue interna, sino que era una
copia de los documentos que entrega a partidos, sin especificar a la
organización partidaria responsable.
Independientemente
del necesario deslinde de responsabilidades y de las sanciones que de ello se
deprendan, el hecho pone en evidencia, una vez más, la vulnerabilidad de las
instituciones públicas en el manejo de la información y las bases de datos
públicas, que contienen, como es el caso, los datos personales de cerca de 91
millones de personas, que el INE está obligado a proteger.
Al
mismo tiempo, este nuevo episodio, obliga a revisar el estado que gurda la
expedición de la Cédula de Identidad Ciudadana, la cual, 28 años después de la
reforma constitucional que establece su expedición ha fracasado, dejando en
manos de la autoridad electoral, la expedición de una credencial de elector que
se ha convertido en el principal documento de identificación en el país.
El
6 de abril de 1990 se publicó en el DOF el decreto de reforma constitucional
que creó al IFE y al Registro Nacional de Ciudadanos responsable de expedir la
Cédula de Identidad Ciudadana. Al mismo tiempo, el artículo segundo
transitorio de este decreto establece: “En tanto no se establezca el
servicio del Registro Nacional Ciudadano, los ciudadanos deberán inscribirse en
los padrones electorales”.
Tres
décadas después de esta reforma, los ciudadanos siguen inscribiéndose en los
padrones electorales, que el INE elabora y administra en forma exclusiva y solo
con fines electorales, al tiempo que seis gobiernos sucesivos han invertido
miles de millones de pesos en proyectos para emitir la Cédula de Identidad y
modernizar los registros civiles, que han fracasado, a diferencia del INE, el
que, cabe reconocer, ha invertido de manera exitosa miles de millones de pesos
de 1990 a la fecha, en integrar padrones electorales confiables y expedir las
credenciales para votar.
Así,
lejos de contar con una Cédula Única de Identidad, desde 1993, tenemos la
credencial con fotografía del INE, que es usada como documento de identidad y
es aceptada como prueba de identidad, sin ser un documento que haga prueba
plena, y que como he señalado, la autoridad electoral no ha podido salvaguardar
los datos personales de los ciudadanos inscritos en los padrones y listas de
electores, sin desconocer la responsabilidad que compete a los partidos
políticos, los que tienen acceso a la base de datos del INE y reciben los listados
nominales de electores, con las consecuencias negativas que ya hemos visto, al
menos en cinco ocasiones en los últimos años, en que la lista de electores ha
sido puesta en venta a través de internet.
A
lo que se suma el hecho de que la credencial para votar no tiene la calidad
constitucional ni legal de documento de identidad, es decir, no hace prueba
plena de identidad, por lo que es urgente cumplir con la disposición
constitucional para integrar y poner en funcionamiento el Registro Nacional
Ciudadano y expedir la Cédula de Identidad Ciudadana.
Para
ello, es necesario que los instrumentos y las bases de datos con los que
cuentan el INE y la Secretaría de Gobernación sean armonizados y puestos al
servicio de la expedición de la Cédula de Identidad Ciudadana, esa tarea es de
la mayor importancia y deberá ser atendida desde el inicio del próximo gobierno
para garantizar un derecho humano fundamental: el derecho a la identidad.
Integrante del equipo de transición
No hay comentarios:
Publicar un comentario