Votar sin
miedo, en libertad
Alejandro
Encinas Rodríguez
El Universal
Martes, 30 Mayo 2017
Tradicionalmente se ha afirmado que las elecciones en el Estado de
México son el laboratorio político electoral que marca la sucesión
presidencial.
Hasta ahora no ha sucedido así. Basta recordar cómo tras la imposición
de Arturo Montiel en 1999 devino la primera alternancia en la presidencia de la
Republica. Sin embargo, la jornada electoral del próximo domingo se enmarca en
un escenario distinto, caracterizado por la profunda indignación social, el
rechazo mayoritario a la gestión de Enrique Peña Nieto, y el alto nivel de
competitividad alcanzado por la izquierda opositora representada por Morena,
que enfrenta a una inescrupulosa camarilla gobernante, nerviosa ante el riesgo
de perder el coto sobre el que han asentado sus negocios y poder.
La jornada electoral mexiquense tendrá importantes repercusiones:
evidenciará, nuevamente, el fracaso de la reforma electoral que dio origen al
INE y a un sistema electoral semicentralizado que buscaba eliminar el secuestro
de los órganos y de los procesos electorales por parte de los gobernadores, y
establecer mecanismos de fiscalización en línea sobre el dinero que ha inundado
los procesos electorales y manipulado la voluntad popular. Los órganos
electorales se mantienen bajo el control del Ejecutivo federal y de los
gobernadores, y el dinero sigue siendo un factor determinante en los comicios.
La cínica intervención del Gobierno Federal, desde el diseño de la
estrategia electoral del candidato oficial, hasta él envió de altos mandos de
la administración pública para su implementación, dan cuenta de las omisiones y
complicidades de la autoridad electoral en todos sus órdenes.
Ello debería representar la gota que derramara el vaso de la enésima
reforma electoral frustrada, que ha traído consigo la sobrerregulación de los
procesos electorales y multiplicado los mecanismos para burlarlos.
Al mismo tiempo, puede significar la oportunidad de cerrar un ciclo. La
derrota al predominio del priismo mexiquense puede abrir paso más que a una
nueva alternancia en la presidencia a un cambio de régimen político.
La jornada electoral marcará cambios importantes en las definiciones de
los partidos y sus dirigencias respecto a su política de alianzas y su relación
con el régimen. Asimismo, la inconformidad contra la imposición de un candidato
distante de la militancia priista, en particular en el Valle de México __que
se evitó hace seis años al romper con el dominio de la gubernatura mexiquense
del grupo Atlacomulco_, se expresará el domingo.
Los liderazgos emanados de este proceso jugarán un papel importante en
el futuro inmediato de sus partidos. En el caso del PRD, Juan Zepeda,
representa la oportunidad de acabar con el cacicazgo de las tribus que dominan
a su partido, en especial en la corriente a la que pertenece.
En el caso de Morena y Delfina Gómez, además de capitalizar el voto
antisitémico y las simpatías en favor de López Obrador, su candidatura ha dado
rostro a las aspiraciones de los mexiquenses, que le ha permitido un
reconocimiento popular que la coloca en el umbral de la alternancia, y marcará
en gran medida el comportamiento del voto en contra del sistema en 2018.
De ahí la importancia de que los mexiquenses acudan a las urnas este
domingo. Que no comprometan su voto ni su conciencia. Que pese a presiones y
amenazas, lo hagan libremente.
En política no cabe la ambigüedad. Menos aún ante el profundo descrédito
de la política, las instituciones y los partidos. Por ello mi voto será por
Delfina Gómez, que espero se sume al de millones de mexiquenses para
transformar al Estado de México y con ello dar el primer paso a rescatar un
proyecto de nación. No es momento de dudar.
(Senador de la Republica)