Comienza sesiones la 64 Legislatura
¡Es la hora cero de la nueva República!, clama
Muñoz Ledo
La entrega del último reporte de Peña Nieto, sin mensaje político del
titular de Gobernación
▲ Apertura del primer periodo ordinario
de sesiones de la 64 Legislatura, ayer en San Lázaro.Foto Yazmín Ortega
Cortés
Enrique Méndez y Roberto Garduño
Periódico La Jornada
Domingo 2 de septiembre de 2018, p. 3
Domingo 2 de septiembre de 2018, p. 3
Con el sexto y último Informe del presidente Enrique Peña Nieto en manos
de los legisladores, el Congreso de la Unión inició, además, una inédita etapa
de su historia que, desde la perspectiva de Porfirio Muñoz Ledo (Morena), se
enfilará por la ruta de la austeridad, honestidad, transparencia, rendición de
cuentas y la integridad política.
Apertura del primer periodo
ordinario de sesiones de la 64 Legislatura, ayer en San Lázaro.Foto Yazmín Ortega Cortés
La reconciliación es un método para
construir juntos, pero no un subterfugio para olvidar. Nadie puede abolir la
historia, ejercemos tanto el derecho a la memoria como el don de la tolerancia,
y acatamos el imperativo de la justicia. ¡Es la hora cero de la nueva
República!, definió el presidente de la Cámara de Diputados.
Ayer, pasadas las 17 horas se cumplió
el requisito constitucional de entrega del Informe presidencial. Muñoz Ledo
–acompañado por Dolores Padierna, Martí Batres, Jorge Carlos Ramírez Marín,
Dulce María Sauri, Miguel Ángel Osorio Chong y Rafael Moreno Valle, entre
otros– recibió de Alfonso Navarrete Prida el Informe, su resumen ejecutivo y
los anexos estadísticos, en el salón de protocolo de la Cámara.
Por primera vez desde 2007, cuando el
presidente dejó de acudir al Palacio Legislativo, el secretario de Gobernación
en turno no emitió un mensaje político.
Mensaje al Presidente
Este sábado, al inicio de la 64 Legislatura y del periodo de sesiones
ordinarias, con una nueva composición de fuerzas donde Morena y sus aliados
dominan, Muñoz Ledo pidió al funcionario darle un mensaje al Presidente, pero
también recriminó la decisión del Congreso de modificar la Constitución para
evitar la presencia del Ejecutivo ante el Legislativo.
Dígale, por favor, si así lo tiene a
bien, que nosotros sí pensamos acudir a las celebraciones patrias y a su
Informe de gobierno. Que no queremos interrumpir, ni por un instante, la
secuencia histórica y constitucional de la República, planteó.
Navarrete Prida refirió que los
funcionarios estarán pendientes de la glosa del Informe y de las comparecencias
que solicite el Congreso.
En cuestión de cinco minutos se
finiquitó la entrega-recepción del texto presidencial. Muñoz Ledo regresó al
salón de sesiones y ahí, instalado en la presidencia cameral, enfrentó su
primera sesión y las interrupciones de Emilio Álvarez y Óscar González Yáñez,
quienes no le permitían presentar su discurso inaugural.
El primero solicitó intervenir en la
sesión de apertura, en representación de dos legisladores que se
declararon independientes. Muñoz Ledo le dejó en claro que su petición era
improcedente y que carecía de fondo jurídico.
Cual defensor de la libertad de los
diputados, Óscar González Yáñez (PT) abogó por Álvarez y, en tono socarrón,
quiso corregir al diputado de Morena, quien le reviró: Quiere convertir
en una sesión de debate, una sesión ceremonial de ambas cámaras.
Aun así, Muñoz Ledo le volvió a
conceder el micrófono al petista y éste, con una sonrisa, le dijo: Yo soy
más moderno que usted. No le voy a plagiar ni a secuestrar la asamblea. Mi
intención es ayudarle.
El ex embajador ante Naciones Unidas le
replicó: No, gracias. Deveras se lo agradezco, no creo que lo necesito
tanto... Perdóneme, con todo respeto, la conducción de esta sesión es
constitucionalmente función exclusiva del presidente del Congreso. Le agradezco
la ayuda, pero le ruego que respete el curso de la sesión.
Como a Óscar González Yáñez no le quedó
clara la explicación, insistió en levantar la mano. Y de plano, Muñoz Ledo le
soltó: Subrayo en esta ocasión la palabra honorable. Porque pretendemos
que el Legislativo sea motivo de honor y no de vergüenza.
Devino una tanda de aplausos de Morena
a Muñoz Ledo. Y éste, sin preámbulo, recordó 30 años después de que en 1988
surgió el primer reclamo legislativo a un Presidente, en aquella ocasión por el
fraude electoral, perpetrado y cometido por el gobierno.
Ese reclamo histórico fue del propio
Muñoz Ledo, quien interpeló a Miguel de la Madrid Hurtado. Y tiempo después,
recordó ayer, la quema de paquetes electorales, en connivencia del PRI con el
PAN y su prohombre, Diego Fernández de Cevallos.
“Hoy vivimos la refundación de la
República. La cuarta transformación del país, desde el presidente electo,
Andrés Manuel López Obrador, hasta el más modesto de los servidores públicos…
iniciamos un régimen distinto, basado en la búsqueda incansable del consenso,
con el pleno ejercicio de la soberanía popular”, afirmó.
Óscar González obligó a su coordinador,
Reginaldo Sandoval, a cederle tres de sus 15 minutos en tribuna a Emilio
Álvarez, quien usó las siglas del PAN para convertirse en senador, pero ahora
se declaró independiente, pues es indispensable mantener nuestra
autonomía.
En un desatino, el perredista Antonio
Ortega –hermano del chuchoJesús Ortega– también trató de enmendar
la plana a Muñoz Ledo. Lo acusó de perder el respeto del pleno con su
conducción. Viejo parlamentario también, Muñoz Ledo lo ubicó: Creo que el
respeto que usted me tenía era demasiado frágil.
La actitud de Ortega fue reprobada
incluso por sus compañeros de bancada. Mauricio Toledo se deslindó: No
compartimos la postura de Ortega; falta al respeto a la soberanía del Congreso.
Y fue Claudia Ruiz Massieu, la
presidenta del PRI, quien en tribuna se descompuso. La emprendió contra quienes
abandonaron las filas de su partido y los que se divorciaron de éste: Los
priístas no somos mercenarios de la política, que cambian de lealtades, de
proyecto e incluso de ideología tan pronto como el poder cambia de manos.
La frase encendió los ánimos del pleno.
Desde Morena retumbó en el salón el pase de lista a los normalistas
desaparecidos de Ayotzinapa. La sobrina de Carlos Salinas de Gortari hizo una
mueca, hasta que concluyó el grito con el número 43.
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