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"Estamos en una crisis humanitaria que deriva de la ausencia del Estado":

Alejandro Encinas Rodríguez

Venimos de lejos

Dtto 30

Constituyente

Senador



Salvador Allende
Ética y congruencia



Intervención en el homenaje a Salvador Allende con motivo de la conmemoración del 43 aniversario del golpe de Estado en Chile

Alejandro Encinas Rodríguez

Ciudad de México, 10 de septiembre de 2016
Quiero agradecer la distinción que la Asociación Salvador Allende Gossens me ha hecho al invitarme a participar en este encuentro en el que rememoramos al compañero presidente Salvador Allende, uno de los hombres que han marcado de manera indeleble el camino de los pueblos de nuestra América y del mundo por alcanzar una sociedad igualitaria, justa y democrática, donde todas las personas, sin distinción ni discriminación alguna, gocen de su derecho a vivir de manera digna y en libertad.
La Unidad Popular y Salvador Allende representaron un hito profundo en la lucha política por la democracia en América Latina y permitió a la izquierda latinoamericana incursionar hacia nuevos derroteros dejando atrás el dogmatismo, para asumir el paradigma de la democracia, revindicando los profundos valores de nuestras culturas y de nuestras tradiciones.
Así como la revolución cubana fue el referente para las generaciones de los años 50 y 60 que condujo al surgimiento del movimiento de liberación nacional en América Latina y la lucha anticolonialista en el mundo, la lucha de Salvador Allende llevó a las izquierdas a buscar nuevos cauces de participación política.

No puede entenderse la derrota de las dictaduras en América Latina ni el surgimiento de distintos gobiernos emanados de la izquierda en nuestro continente sin reconocer la importancia que tuvo el movimiento que encabezó Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile, cuyos rasgos distintivos fueron la entereza y congruencia con que defendió sus ideas y convicciones.
Tengo presente la mañana del 11 de septiembre de 1973, cuando cursando el primer semestre en la entonces Escuela Nacional de Economía de la UNAM, recibimos con consternación la noticia del golpe de Estado y, de inmediato, la comunidad universitaria indignada salió a las calles para denunciar y solidarizarse ante el atropello a la voluntad del pueblo chileno y su gobierno electo democráticamente.
Habían transcurrido largos meses de boicot e intervención del gobierno yanqui a través de la CIA y de diversas empresas multinacionales, para desestabilizar a Chile y su economía. Entre 1970 y 1973 la CIA organizó los planes conocidos como Track One y Track Two para evitar la elección de Allende, y posteriormente, para desestabilizar al país y propiciar el golpe de Estado.
El gobierno de Allende destacó en el intento de establecer una ruta no violenta hacia la conformación de un Estado socialista por medios legales, que en su momento llamamos la vía chilena al socialismo, y el pueblo chileno asumió ese reto resistiendo todo tipo de embestidas, hasta que se consumó la traición.
El despertar de ese martes 11 de septiembre nos trajo a la memoria el discurso del compañero presidente el 2 de diciembre de 1972 en la Universidad de Guadalajara, cuando agradecía la generosa entrega y la solidaridad del pueblo mexicano con las causas de Chile.
Una generosidad, decía, que nace de su propia historia y de Juárez, el hombre de la independencia mexicana proyectada en el ámbito continental; y de la acción de otro hombre preclaro de nuestra tierra y de América Latina, el general presidente Lázaro Cárdenas.
“Por eso ustedes, que supieron del ataque alevoso, tuvieron que sentir el llamado profundo de la patria en un superior sentido nacional; por eso ustedes, que sufrieron largamente el embate de los intereses heridos por la nacionalización; por eso ustedes, más que otros pueblos de este continente, comprenden la hora de Chile, que es la misma que ustedes tuvieron en 1938 y los años siguientes. Por eso es que la solidaridad de México nace en su propia experiencia y se proyecta con calidad fraternal frente a Chile, que está hoy realizando el mismo camino liberador que ustedes.” Camino que hoy el gobierno mexicano y su clase política ha perdido.
En aquella ocasión Allende se preguntaba: “¿Cuál es el destino de la juventud? Porque este continente es un continente joven, 51 por ciento de la población de América Latina está por debajo de los 27 años, por eso puedo decir -y ojalá me equivoque- que ningún gobierno ha podido solucionar los grandes déficits, las grandes masas de nuestro continente en relación con la falta de trabajo, la alimentación, la vivienda, la salud. Para qué hablar de la recreación y del descanso.”
“Por eso, ser joven en esta época implica una gran responsabilidad, ser joven de México o de Chile; ser joven de América Latina, implica entender que no hay lucha de generaciones, que hay un enfrentamiento social, que es muy distinto, y que pueden estar en la misma barricada de ese enfrentamiento los que hemos pasado de los sesenta años y los jóvenes que puedan tener 13 ó 20”.
“La juventud debe entender su obligación de ser joven. Hay jóvenes viejos y viejos jóvenes, y en éstos me ubico yo”, Dijo Allende.
En su discurso destacó la decisión de transitar por la vía electoral para transformar su país: “La realidad de Chile, su historia y su idiosincrasia, sus características, la fortaleza de su institucionalidad, nos llevó a los dirigentes políticos a entender que en Chile no teníamos otro camino que el camino de la lucha electoral -y ganamos por ese camino-, que muchos no compartían.”
“Por eso, el dogmatismo, el sectarismo, debe ser combatido; la lucha ideológica debe llevarse a niveles superiores, pero la discusión para esclarecer, no para imponer determinadas posiciones.”
“Para nosotros, las fronteras deben estar abolidas y la solidaridad debe expresarse con respeto a la autodeterminación y la no intervención, entendiendo que puede haber concepciones filosóficas y formas de gobierno distintas, pero que hay un mandato que nace de nuestra propia realidad que nos obliga a unirnos”. ¡Qué falta nos hace hoy Allende!
Y concluía su mensaje: “Agradezco a los mexicanos el comprender el drama de mi patria, que es como dijera Pablo Neruda, un Vietnam silencioso; no hay tropas de ocupación, ni poderosos aviones nublan los cielos limpios de mi tierra, pero estamos bloqueados económicamente, pero no tenemos créditos, pero no podemos comprar repuestos, pero no tenemos cómo comprar alimentos y nos faltan medicamentos, y para derrotar a los que así proceden, sólo cabe que los pueblos entiendan quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos”.
Nueve meses después, el 11 de septiembre de 1973, a las 7:55 horas a través de Radio Corporación, el presidente Allende desde el Palacio de La Moneda, informaba del levantamiento contra el Gobierno legítimamente constituido por la voluntad popular, haciendo un llamado a todos los trabajadores a ocupar sus puestos de trabajo, a concurrir a sus fábricas y a mantener la calma y serenidad.
A las 8:15 horas ordenaba a las tropas del Ejército sofocaran en Valparaíso el intento golpista. “Tengan la seguridad de que el Presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda defendiendo el Gobierno de los trabajadores. Tengan la certeza que haré respetar la voluntad del pueblo que me entregara el mando de la nación hasta el 4 de Noviembre de 1976”.
A las 8:45 A.M. reconocía: “La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora aciaga quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971, se las digo con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol ni de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; no daré un paso atrás. Dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado… Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas. El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse.”
A las 9:03 horas, a través de Radio Magallanes, y gracias a la lealtad y valor de otro gran chileno, Guillermo Ravest, con quien convivimos durante su exilio en nuestro país, Allende sentenció: “En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen… Los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen… Es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo”.
A las 9:10 horas emitiría sus últimas palabras: “Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar!.., pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
“Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.
Hoy continúan vigentes, la utopía, el ideario y los sueños de Salvador Allende. Pese a que en América Latina se han registrado importantes avances, aún falta mucho por hacer para alcanzar los valores de la democracia, la igualdad y el progreso para todos los latinoamericanos.
El momento histórico que el pueblo de Chile vivió durante la dictadura, también es hoy, lamentablemente, un referente para la reflexión sobre la situación que vive México y la embestida de la derecha contra los gobiernos progresistas de América Latina, con la que pretenden de nueva cuenta frenar la evolución política y democrática nuestros pueblos.
De ahí la urgencia por superar el pragmatismo, la división e incluso la corrupción en que han incurrido algunas fuerzas progresistas, y recuperar los principios, los valores éticos y la congruencia que Salvador Allende mantuvo hasta su muerte, siempre con un pensamiento optimista, crítico, tolerante y progresista.
Hasta siempre compañero presidente.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

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La lucha de Salvador Allende llevó a las izquierdas a buscar nuevos cauces de participación política: Encinas Rodríguez

Hoy chile conmemora lo ocurrido 43 años atrás, aquello que nunca más volverá a ocurrir,el senador Alejandro Encinas Rodríguez recordó que la  Unidad Popular y Salvador Allende representaron un hito profundo en la lucha política por la democracia en América Latina y permitió a la izquierda latinoamericana incursionar hacia nuevos derroteros dejando atrás el dogmatismo, para asumir el paradigma de la democracia, revindicando los profundos valores de nuestras culturas y de nuestras tradiciones, dijo que  mientras la luz de la memoria siga viva, nadie estará vencido y nadie estará olvidado

Manifestó que así como la revolución cubana fue el referente para las generaciones de los años 50 y 60 que condujo al surgimiento del movimiento de liberación nacional en América Latina y la lucha anticolonialista en el mundo, la lucha de Salvador Allende llevó a las izquierdas a buscar nuevos cauces de participación política.

 “No puede entenderse la derrota de las dictaduras en América Latina ni el surgimiento de distintos gobiernos emanados de la izquierda en nuestro continente sin reconocer la importancia que tuvo el movimiento que encabezó Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile, cuyos rasgos distintivos fueron la entereza y congruencia con que defendió sus ideas y convicciones.

Externó queun día como hoy  de 1973, recibieron con consternación la noticia del golpe de Estado de Chile y, de inmediato, la comunidad universitaria indignada salió a las calles para denunciar y solidarizarse ante el atropello a la voluntad del pueblo chileno y su gobierno electo democráticamente.

Destacó que el gobierno de Allende en el intento de establecer una ruta no violenta hacia la conformación de un Estado socialista por medios legales, que en su momento se llamó la vía chilena al socialismo; el pueblo chileno asumió ese reto resistiendo todo tipo de embestidas, hasta que se consumó la traición.

“La realidad de Chile, su historia y su idiosincrasia, sus características, la fortaleza de su institucionalidad, nos llevó a los dirigentes políticos a entender que en Chile no teníamos otro camino que el camino de la lucha electoral -y ganamos por ese camino-, que muchos no compartían.”

El legislador subrayó que el momento histórico que el pueblo de Chile vivió durante la dictadura, hoy en día, lamentablemente, es un referente para la reflexión sobre la situación que vive México y la embestida de la derecha contra los gobiernos progresistas de América Latina, con la que pretenden de nueva cuenta frenar la evolución política y democrática nuestros pueblos.

“De ahí la urgencia por superar el pragmatismo, la división e incluso la corrupción en que han incurrido algunas fuerzas progresistas, y recuperar los principios, los valores éticos y la congruencia que Salvador Allende mantuvo hasta su muerte, siempre con un pensamiento optimista, crítico, tolerante y progresista”, concluyó.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!




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