Habemus Constitución
Alejandro Encinas Rodríguez
El Universal
Martes 07 de febrero de 2017
Pese a los malos augurios, el 31 de enero de 2017, la Asamblea
Constituyente aprobó y expidió la Constitución Política de la Ciudad de México,
fecha emblemática que coincidió con la promulgación del Acta Constitutiva de la
República Mexicana de 1824, así como con la sesión solemne que suscribió la
Constitución de 1917.
Para quienes afirmaron que se legisló sobre las rodillas, queda el
registro del trabajo desempeñado a lo largo de cuatro meses y medio, durante
los cuales se realizaron 21 sesiones plenarias, que ocuparon 42 días de
trabajo, destacando la sesión más larga en la historia parlamentaria del país,
que se extendió del 14 al 27 de enero. Se presentaron 544 iniciativas de
legisladores y 978 de ciudadanos, y se discutieron 870 reservas en lo
particular, con la participación de mil 342 oradores. A lo que se suman más de
mil 600 horas de trabajo efectivo de las ocho comisiones de dictamen, la
atención a más de 10 mil personas, 47 organizaciones no gubernamentales y
93 manifestaciones públicas.
La Asamblea garantizó el ejercicio irrestricto a la libertad de
expresión y el debate parlamentario, sin limitar a ningún constituyente el uso
de la palabra, lo que dio como resultado una constitución de derechos y de
libertades, que sin duda conformarán un nuevo paradigma en la vida política del
país.
Con ello se cierra el largo ciclo de debates iniciado hace 193 años con
la primera Constitución del México independiente, respecto al reconocimiento de
la Ciudad de México como una entidad integrante de la Federación.
La Asamblea Constituyente se enmarcó en un contexto de pluralidad
política y de desarrollo de la cultura cívica en la capital del país y tendrá,
entre sus sellos distintivos, ser el primer órgano legislativo integrado de
manera paritaria entre hombres y mujeres, presidido por una Mesa Directiva
integrada mayoritariamente por mujeres. La implementación de prácticas
parlamentarias ajenas a la disciplina partidaria tradicional que permitió la
construcción de acuerdos transversales indispensables para su aprobación.
El establecimiento del parlamento abierto permitió a cientos de
ciudadanas y ciudadanos presentar iniciativas y participar en audiencias
públicas. Destaca la implementación de la primera consulta, a nivel
internacional, a los pueblos, barrios originarios y comunidades indígenas
residentes, de acuerdo con la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas. Se realzaron 940 asambleas, 934 de las
cuales aprobaron el dictamen, el que posteriormente alcanzó unanimidad.
La Constitución integra la reforma que elevó a rango constitucional los
derechos humanos de todas las personas, así como los tratados internacionales
en la materia; el derecho al libre desarrollo de la personalidad y el derecho a
la ciudad, asumiendo que la ciudad es de sus habitantes, quienes tienen el
derecho inalienable a su uso y disfrute, estableciendo mecanismos para su
exigibilidad y justiciabilidad. Amplía los derechos sociales y civiles, desde
el derecho a un mínimo vital progresivo, el matrimonio igualitario y el derecho
a la vida y la muerte digna. Establece los deberes de los ciudadanos, incluido
la protección de los animales como seres sintientes y propone nuevas modalidades
en el ejercicio del buen gobierno y la planeación de la ciudad que entiende al
territorio como el eje articulador de las políticas públicas.
Termina así el último vestigio del DDF: las delegaciones políticas, creando las alcaldías, así como nuevas
formas de democracia participativa y de gestión metropolitana. Se transforma
además al poder intocado, al Poder Judicial.
En la Constituyente se confrontaron dos visiones sobre el país al que
aspiramos; la prevalencia del interés público sobre el privado, el
fortalecimiento de la democracia participativa, las libertades públicas y los
derechos privados, la regulación del suelo y del mercado, la construcción de un
Estado con responsabilidad social, sin vuelta al Estado paternalista y
autoritario.
La Constitución cimentó su legitimidad atendiendo las aspiraciones
ciudadanas, asegurando el usufructo equitativo de la Ciudad donde el suelo y la
propiedad cumplen una función social para permitir la satisfacción de las
necesidades de los individuos y de la comunidad.
La Constitución plantea una nueva forma de entender a una sociedad cada
día más compleja, envía un mensaje positivo al país en estos momentos de
desasosiego, y contribuye a perpetuar la fama y la gloria de México
Tenochtitlán. (Diputado Constituyente)
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