Discurso
de Diputados Constituyente Alejandro Encinas Rodríguez, durante la toma de
protesta como Presidente de la Mesa Directiva.
5 de octubre de 2016
Compañeras y compañeros
Constituyentes:
Asumo
la presidencia de la Mesa Directiva de la Asamblea Constituyente de la Ciudad
de México consiente de la enorme responsabilidad que ello entraña. Cumpliré
este encargo con estricto apego a las normas que en esta Asamblea Constituyente
hemos establecido. Lo haré con lealtad y con ética, velando en todo momento por
garantizar la libertad de todas y cada uno de las diputadas y diputados
constituyentes en el cumplimiento de sus responsabilidades, sus derechos y la
libre expresión de sus ideas. Abriremos esta Asamblea a la participación libre
de las ciudadanas y los ciudadanos de esta capital y de sus organizaciones para
escuchar y tomar en cuenta sus propuestas e iniciativas. Esta será una Asamblea
abierta a la participación de las y los ciudadanos.
Pero
también garantizaré la autonomía y la independencia de esta Asamblea
Constituyente, de todo poder público, privado o fáctico. Lo haré con
neutralidad institucional, pero con definiciones personales, políticas, claras
y profundas como lo he hecho toda mi vida.
Formo
parte de una generación de políticos de izquierda que inicio su lucha en los
años setenta por alcanzar nuestro derecho a participar en la vida política y en
los asuntos públicos de nuestro país. Que lucho para dejar atrás la
proscripción de la que fuimos objeto y la clandestinidad, desde los años
setenta, cuando en esa lucha por lograr nuestro derecho a participar política y
electoralmente en nuestro país; planteamos, por primera vez, en 1979, la
necesidad de construir el Estado 32 de la República.
En
1985, esa generación, ante el pasmo de la autoridad ante la tragedia, salió a
remover los escombros y a rescatar a las víctimas y a apoyar a los damnificados
de los crueles terremotos que enfrentó esta ciudad. En 1986 forme parte del
grupo de legisladores que presentó la primera iniciativa formal para la
constitución del Estado de Anáhuac y así, sucesivamente, en 1988, con la
insurgencia política electoral del Frente Democrático Nacional, insistimos en
dotar de autonomía plena la Ciudad de México y de soberanía a sus habitantes.
Tuve la oportunidad de formar parte de los dos primeros gobiernos democráticos
electos en la ciudad, en 1997 y en el año 2000, en la formulación de
iniciativas de reforma consensadas con todas las fuerzas políticas de la Ciudad
de México que lamentablemente no prosperaron, a pesar que en los primeros años
en la década de los 2000 había sido aprobada la iniciativa por una amplia
mayoría en la Cámara de los Diputados.
Estoy
consciente de que esta Asamblea Constituyente tiene un déficit de legitimidad y
que, para poder superar ésta, tenemos que ante poner por encima de los
intereses de los partidos políticos y de los intereses personales el bien
superior de la Ciudad.
La
futura constitución debe cimentar su legitimidad representando los intereses y
aspiraciones de los ciudadanos, Debe de asegurar el desarrollo sustentable y el
usufructo equitativo de la Ciudad para que los usos del suelo, de los espacios
públicos, de los bienes públicos y privados den prioridad al desarrollo y a la
cohesión social.
Donde
el interés público prevalezca sobre el interés privado, y donde el suelo y la
propiedad cumplan con una función social que permita el disfrute de la Ciudad y
la satisfacción de las necesidades de los individuos y de la comunidad en su
conjunto.
La
Ciudad es el espacio donde las personas desarrollan su identidad y su ser
colectivo, por ello, la nueva constitución de la Ciudad de México debe
empoderar a los ciudadanos en la solución de los asuntos públicos, El interés
público deberá prevalecer siempre sobre el interés de unos cuantos. Estoy
convencido que la propiedad debe de cumplir una función social que permita el
disfrute de la Ciudad y la satisfacción de las necesidades individuales y de la
comunidad, garantizando el derecho de una vida libre de violencia, a la
protección civil, a la atención en caso de emergencia y catástrofes, pero
fundamentalmente para garantizar el bienestar social.
La
función pública en esta Ciudad debe de apegarse al ejercicio ético, austero,
transparente y a la rendición de cuentas, donde queden prohibidos y sean
sancionados todos los actos de corrupción y las prácticas clientelares o
corporativas en la prestación o gestión de servicios públicos y programas
sociales. Una Ciudad donde ninguna autoridad goce de fuero o de privilegio
alguno y garantizando el acceso a la justicia, a la protección judicial, al
debido proceso, así como, al derecho a la memoria y a la verdad por hechos del
pasado.
Hoy
iniciamos el cierre de un ciclo de 192 años para lograr la autonomía de nuestra
Ciudad. Un ciclo que inicio en 1824 y que estamos a punto de lograr, por fin,
dotar de plena autonomía a nuestra Ciudad.
Comparto
esta responsabilidad con una Mesa Directiva que desempañará un trabajo
colegiado y donde tengo el privilegio de presidir el primer órgano legislativo
conformado mayoritariamente por mujeres. Asumiremos estas responsabilidades con
la compañera Clara Brugada Molina, Primera Vicepresidenta; Irma Cué Sarquis,
segunda vicepresidenta; Mauricio Tabe Echartea, Tercer Vicepresidente;
Margarita Saldaña Hernández, Primera Secretaría; Bertha Elena Luján Uranga,
Segunda Secretaría; y Aida Arregui Guerrero, Tercera Secretaría.
Tengo
que reconocer el desempeño y el trabajo que la Junta Instaladora realizó para
poder llegar a esta fase. Una junta que enfrentó omisiones y faltas graves en
la reforma constitucional para tener plena certeza en la instalación de los
trabajos de esta Asamblea y que, gracias a su diligencia, experiencia y gran
oficio político, ha logrado la instalación y que hoy tengamos esta mesa electa.
Agradezco
a los diputados Augusto Gómez Villanueva, por supuesto a mi muy querida maestra
Ifigenia Martínez, a otro entrañable profesor universitario, que
lamentablemente el día de hoy no nos acompaña, al Ing. Javier Jiménez Espriú, y
a dos políticos y amigos entrañables Porfirio Muñoz Ledo y Bernardo Batiz.
Concluyó
citando una frase de Francisco Zarco en el Constituyente de 1857: “Se ha dicho
que es imposible que existan en un mismo punto el gobierno federal y el de un
Estado y así se propaga una idea falsa de la federación; pinta el Gobierno de
la Unión como una planta maldita que seca y esteriliza cuanto esta su
alrededor. Por qué el gobierno que solo debe de ocuparse del interés federal ha
de ser un obstáculo a la libertad local”.
Hoy
daremos el primer paso para lograr la plena libertad y la autonomía de la CDMX
y sus habitantes. Muchas gracias.
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