Los
templarios del dinero
Alejandro Encinas Rodríguez
El Universal
12 de junio de 2018
Si algo no pueden ocultar los mensajes que
han emitido German Larrea (Grupo México), Alberto Bailleres (Peñoles), José
Ramón Elizondo (Vasconia), Héctor Hernández (Herdez), José Antonio Fernández
(Femsa), Víctor Almeida (Interceramic) y Pedro Luis Martín Bringas (Soriana),
entre otros empresarios, es su profundo
desprecio por la democracia.
Erigidos en templarios de la santa cruzada
contra el demonio encarnado en el “populismo”,
convocan a quienes laboran en sus empresas —no sin dejar de amagar con su
cierre— a votar en conciencia:
“Todos estamos muy enojados con nuestros políticos por la corrupción, por la
impunidad, por la inseguridad, por los malos servicios, por la falta de
oportunidades. Y todo ello puede nublar nuestro juicio y puede llevarnos a
tomar un camino populista”, proclama Ramón Elizondo.
“De ganar la opción populista, podría generarse una crisis económica importante
en el país. Así como me preocupa el bienestar de nuestra querida empresa, también
me preocupa el de ustedes y de sus familias. Yo les sugiero que también tomen
las medidas que ustedes consideren en su economía personal para amortiguar un
posible deterioro a su patrimonio”, amagó Héctor Hernández.
Voten “con inteligencia y no con el enojo que
todos compartimos”. “Se necesita un sufragio
razonado, inteligente y a conciencia” contra ideas que representan un
retroceso de décadas probadas en países como Venezuela, Cuba, Argentina y la
extinta Unión Soviética, subrayó Germán Larrea, responsable de la tragedia en
Pasta de Conchos y la contaminación del Río Sonora, entre otras vilezas.
“Las
políticas populistas de los gobiernos de Luis Echeverría y José López
Portillo, que consistían en una mayor participación del Estado en la economía,
generaron un terrible aumento del déficit fiscal y una multiplicación de la
deuda del país”, condenó José Antonio Fernández.
La santa cruzada se inserta en una creciente
guerra sucia que pretende minar el proceso electoral sobre el infundio, el
miedo y la amenaza. Para los barones del dinero, la sociedad, y en particular
sus empleados, no es capaz de tomar decisiones propias, carece de criterio,
necesita ser orientada.
No importa su propia desmemoria. Son los
mismos que aplaudieron de pie la represión de Díaz Ordaz a los estudiantes en
Tlatelolco en 1968, que festinaron la guerra
sucia de Luis Echeverría. Son quienes han fincado su riqueza sobre la
privatización de bienes públicos, la entrega de los recursos naturales del
país, en particular las voraces concesiones mineras de Grupo México y Peñoles,
así como de la concesión de aguas nacionales en beneficio de las refresqueras y
cerveceras, otorgadas por los gobiernos que hoy dicen condenar.
Están en su derecho, proclaman los
intelectuales del régimen, e incluso autoridades electorales; no hacen
proselitismo, no mencionan a ningún partido ni candidatos, reiteran, aunque finalmente
rompieron el disimulo: “Voten por el candidato que tenga la mayor probabilidad
de vencer a López Obrador; es
la mejor oportunidad que tenemos de preservar el sistema económico que nos
permite emplearlos”, señaló Bailléres.
“El voto es secreto y debe respetarse, pero
yo me veo obligado a compartirles mi pensamiento porque, como he dicho, soy un
mexicano muy preocupado por mi país. Yo estoy con Ricardo Anaya”, declaró Víctor Almeida. “Ricardo Anaya es mi candidato, yo lo avalo, yo meto las manos al
fuego por él. No (por) la bola de imbéciles que hemos tenido, incluyendo a los
panistas de Fox y Calderón”, dijo Martín Bringas.
Miedo. Han
detentado el poder a partir del miedo, el cual les ha resultado sumamente eficaz
para sus negocios e intereses, y hoy pretenden nuevamente incubarlo, sin lograr
entender que México es hoy un país distinto al que les permitió alcanzar su
régimen de privilegios.
Cuando el mexicano muestra su hartazgo contra
la corrupción, la impunidad y los privilegios de los políticos, se refiere
también a los beneficiarios de las condonaciones y exenciones fiscales, de los
negocios al amparo del poder público, y de quienes se apropiaron de bienes
nacionales y comunitarios.
El miedo
ha cambiado de bando y corroe a quienes temen un cambio democrático, fundado en
el voto libre de cada ciudadano y
por las vías institucionales, y esa posibilidad los ha llevado a mostrar por
vez primera su rostro, su verdadero rostro, que más allá del discurso muestra
lo que hasta ahora se han negado a reconocer, su interés de clase.
Senador de la República
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