Desigualdad inmoral
Alejandro Encinas
Rodríguez
El Universal
30 de Mayo de 2016
En los
días pasados coincidieron la celebración de la Sesión Plenaria de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y la presentación del
Informe sobre el Desarrollo 2015 del Programa Universitario de Estudios del
Desarrollo de la UNAM (PUED), donde se dio cuenta dela situación que enfrenta la
región y nuestro país respecto al crecimiento económico, la evolución de la
pobreza y la precarización del mundo del trabajo.
Los
datos dados a conocer por Alicia Bárcenas, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL,
son indignantes: 62 personas concentran una riqueza equivalente a los ingresos
de la mitad de la población mundial, situación que se mantiene en México, donde
cuatro empresarios concentran una fortuna superior a los 110 mil millones de
dólares, al tiempo que el 10 por ciento de la población de mayores ingresos
concentra el 64 por ciento de la riqueza nacional.
El
informe del PUED destaca el hecho de que las llamadas reformas neoliberales
instrumentadas desde los años ochenta en México y en el mundo no han logrado
detonar un crecimiento sostenido de la economía, y por el contrario, lejos de
estrechar las brechas de desigualdad, éstas se han profundizado.
Muestra de ello es cómo
en nuestro país durante el periodo 2008-2014, la economía alcanzó apenas el1.9
por ciento de crecimiento real, ligeramente superior al crecimiento dela
población que fue del 1.2 por ciento, con lo que la proporción de la población
en situación de pobreza creció en 2 por ciento, superando a la mitad de la
población. Situación que se agrava en el medio rural, donde la pobreza es1.6
veces mayor que en las zonas urbanas, y donde la pobreza extrema
eshasta4.6vecesmásalta, así como la que enfrentan las comunidades indígenas, donde
lapobrezaessuperiorhastaen34puntosporcentuales respecto a la población no
indígena.
En los
últimos años los recursos destinados al gasto social en México se han
incrementado sensiblemente. Entre 1990 y2014, éstos pasaron del 5.8 porciento
como porcentaje del PIB al 12.4por ciento; y de 38.2 por ciento a 56.8 por
ciento del gasto programable, presentándose una desgarradora paradoja: a
mayores recursos destinados a combatir la pobreza, mayor número de pobres.
Más
allá del discurso oficial, la política y los programas sociales no han tenido
resultados importantes. El Coneval identificó en 2014, 5 mil 894 programas
sociales en los tres órdenes de gobierno (273 federales, 3 mil 788 estatales y mil
833 municipales), que han dispersado los recursos y duplicado los programas
existentes. Es decir no existe una estrategia de combate a la pobreza.
La Cruzada
Nacional contra el Hambre, que se propuso reducir en 30 por ciento la pobreza, e
integró65programassociales, no ha dado resultados, pues como ha señalado el
Coneval, en 2014 el número de mexicanos en pobreza aumentó dos millones de
personas; en tanto continúa la caída en el poder adquisitivo de los salarios
que de 1987 a la fecha han registrado una pérdida acumulada del 79.6 por
ciento, y el precio de la canasta básica aumentó 20.66 pesos, mientras el
salario mínimo lo hizo solamente en 2.53 pesos.
¿A qué
obedece el fracaso de la política social? Sin duda a la ausencia de una estrategia
nacional que articule los programas sociales federales y locales, que evite la
multiplicidad de los programas y el dispendio de recursos. Pero también, a la
corrupción, el uso indebido de recursos públicos, las prácticas corporativas
que condicionan a los beneficiarios el acceso a estos programas a cambio de su subordinación
política; a la violencia e inseguridad que enfrenta el país y, de manera
fundamental, a la tensión permanente que existe entre la política social y la
política económica instrumentada por el Gobierno federal, la cual incrementa
los riegos que enfrentan la mayoría de los mexicanos.
Se
incrementa el riesgo a fallecer por causas evitables de mortalidad ante las
reformas al sistema de seguridad social y al régimen de pensiones, así como los
riesgos a no contar con un empleo digno ante una reforma laboral, que lejos de
atender la drástica caída de la participación del trabajo en el ingreso
nacional en las últimas décadas, desreguló la relación entre patrones y
trabajadores, al permitir la contratación por hora, día, semana o mes, en demérito
del derecho la estabilidad en el empleo, a una jornada laboral de 48 horas y
aun salario remunerador.
El
neoliberalismo ha reducido el concepto de desarrollo a una variable económica
vinculada al crecimiento no al bienestar, abdicando de las responsabilidades
sociales y de rectoría económica del Estado, alejándolo de la urgencia de
ubicar en el eje de las políticas públicas a las personas, la distribución del ingreso,
la justicia social y la equidad. En tanto esto no suceda la política social
seguirá siendo discurso y manipulación política. (Senador de la
República)
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