CDMX: una constitución
en busca de legitimidad
Alejandro Encinas Rodríguez
El Universal
Martes 14 de Junio de 2016
Los
resultados que arrojaron los comicios electorales de 2016 dieron cuenta de la
profunda degradación política que caracteriza los tiempos del México de la
violencia, los negocios y las fosas clandestinas. La diatriba, la denostación
entre adversarios, el uso indebido de recursos públicos y el poder abusivo del
dinero, fueron elementos a los que la mayoría de los partidos y sus candidatos se
subordinaron nuevamente.
Se ha
iniciado una reconfiguración política de cara al 2018: el rechazo a los
desatinos del actual gobierno; la consolidación de Morena como referente
electoral progresista; la crisis de identidad del PRD y la fragmentación
de las izquierdas conformaron un escenario que permitió el reposicionamiento de
la derecha.
La
elección de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México demostró que
el voto capitalino se orienta hacia la izquierda, aunque el porcentaje de
participación, si bien no cayó a la cifra catastrófica del 20 por ciento,
alcanzó apenas el 28 por ciento de la lista de electores. La mayoría de los
capitalinos desairó la jornada electoral, el abstencionismo alcanzó al 72 por
ciento de electores y los votos nulos sumaron el ocho por ciento.
Si bien no se cumplió el
pronóstico de que Morena duplicaría la votación del PRD en la capital, el que
quedó a sólo cuatro puntos porcentuales, Morena refrendó su condición de
primera fuerza en nueve delegaciones: Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Iztacalco,
Magdalena Contreras, Milpa Alta, Miguel Hidalgo Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco.
Por su parte, el PRD fincó su resultado en la estructura corporativa que
ha creado en Álvaro Obregón, Coyoacán, Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Venustiano
Carranza. Un dato revelador es que en estas elecciones el Sol Azteca obtuvo
553,192 votos, votación similar a la alcanzada en su elección interna de 2014,
en la que participaron 530,228 militantes, cifra que irá conformando su techo
electoral hacia 2018 en la capital.
El PRI y el PAN
obtuvieron su votación más baja en los últimos años: 7.8 y 10.3 por ciento
respectivamente. Sin embargo, la designación de 40 constituyentes les otorgará
una representación que no obtuvieron en las urnas. El PRI tendrá una sobre representación
del 162 por ciento, toda vez que por la vía del voto sólo obtuvo cinco
diputados, a los que se sumarán 16 designados por el Ejecutivo federal y el
Congreso de la Unión, ocupando 21 de los 100 escaños.
En
contraparte, Morena y los candidatos independientes estarán sub representados,
ya que si la asignación de las 100 curules se hubiera definido por el voto
popular, Morena pasaría de 22 a 33 constituyentes, mientras que los 21
candidatos independientes, quienes obtuvieron el 8.3 por ciento de la votación
tendrán sólo un representante ante la Asamblea, con lo que una
significativa franja de la sociedad que se manifestó en contra de los partidos
estará sub representada, y cuyos votos al ser cancelados engrosarán la bolsa de
asignación para los partidos, lo que introduce un elemento adicional de
ilegitimidad, en este caso, de los constituyentes electos por la vía
partidaria.
La
aprobación de la Constitución de la Ciudad de México requerirá del voto de las
dos terceras partes de los integrantes de la Asamblea. Con los resultados
electorales registrados, la conformación de una mayoría calificada representa
un enorme desafío, ya que ningún partido por sí solo, ni sumadas la primera y
la segunda fuerzas la alcanzan, lo que obligará a establecer negociaciones
parlamentarias y acuerdos amplios que involucren a tres o más fuerzas políticas
para aprobar la Constitución, lo que enfrentará mezquindades, cálculos
electorales y discrepancias que pueden debilitar el texto constitucional que de
ahí surja e incluso conformar un escenario donde el 31 de enero de 2017, fecha
en que se disuelve la Asamblea Constituyente, la constitución capitalina no sea
aprobada.
Ello
hace indispensable conformar un polo progresista que sea capaz de construir un
amplio espectro de alianzas generales y por temas específicos, que permita
hacer valer la voluntad de un electorado mayoritariamente progresista.
El
Constituyente de la Ciudad de México padece un déficit de legitimidad, lo que
obliga a que la nueva Constitución sea sometida al refrendo de los ciudadanos,
lo que puede además de legitimar su creación, marcar un hito en la política
tradicional del país. (Senador de la República)
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