Frenar la violencia infantil
Alejandro Encinas Rodríguez
El Universal
21 de enero, 2020
El lamentable suceso que representa la
tragedia en el Colegio Cervantes en Torreón, Coahuila, es una fuerte llamada de
atención, tanto para quienes cumplimos con una responsabilidad en el gobierno,
como para la sociedad en su conjunto.
Eventos dramáticos que
conocíamos a la distancia en otros países con modelos de sociedad diferentes al
nuestro, hoy se manifiestan como una de las mayores expresiones de violencia y
vulnerabilidad a las que se encuentran expuestos las niñas, niños y
adolescentes en nuestro país, con consecuencias devastadoras en sus vidas.
Datos del Sistema Nacional de
Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, dan cuenta de esta dolorosa
situación: Seis de cada 10 niños entre uno y 14 años de edad han sufrido alguna
agresión psicológica o castigo físico. Diariamente se cometen ocho homicidios
de NNA. Cada año dan a luz más de once mil niñas entre 10 y14 años de edad. En
promedio, cada día, más de 150 niños son atendidos en diversas instituciones
públicas y privadas por maltrato infantil.
Actualmente se encuentran registrados más
de 6 mil NNA desaparecidos. El suicidio de NNA de 10 a 17 años va en aumento.
Cada día los NNA tienen una relación con la violencia, en el acoso escolar, la
violencia de género, la exclusión, en las redes sociales o en los contenidos de
los programas televisivos y videojuegos.
La explotación sexual infantil
crece, al igual que la cooptación voluntaria y forzada de NNA por parte del
crimen organizado. La participación en casos de secuestro por parte de menores
de edad, son claro ejemplo de las consecuencias de la violencia que enfrentan.
La población adulta ha perdido
conexión y comprensión con las nuevas generaciones. El deterioro de la
convivencia familiar y comunitaria, acrecienta las diversas formas de violencia
y la desintegración de los núcleos familiares, al tiempo que las nuevas formas
de organización y convivencia familiar, así como la compleja realidad
socioeconómica, profundizan las brechas de comunicación y conversación con las
nuevas generaciones.
Es imperativo construir nuevos
puentes de diálogo, basados en el reconocimiento del problema, a fin de
fortalecer los ámbitos familiar, escolar y comunitario, estableciendo, en los
tres órdenes de gobierno, acciones en contra de las violencias que aquejan a la
niñez y a los adolescentes, con una visión integral y de respeto a los derechos
humanos.
Las violencias no solo se
consuman en el tiroteo en una escuela, son violencias que se expresan en la
vida cotidiana, en el castigo corporal, el abuso sexual, los homicidios y los
suicidios que afectan la vida de niñas, niños y adolescentes, que
lamentablemente, como sociedad, se han venido normalizando.
Se requiere de una acción
política firme que privilegie la protección y garantía de los derechos de niñez
y adolescencia, para recomponer el tejido social, así como la convivencia
familiar, escolar y comunitaria.
Corresponde al Estado la
creación de los planes de acción en contra de la violencia infantil y
adolescente, el fortalecimiento de las procuradurías de protección de niñez y
adolescencia. Revisar los lineamientos de clasificación de los contenidos
audiovisuales de las transmisiones radiodifundidas y del servicio de televisión
y audio restringidos, así como la clasificación y comercialización de
videojuegos.
Fortalecer las políticas
públicas de protección integral para garantizar el derecho de la niñez y la
adolescencia a una vida libre de violencia y de toda forma de discriminación,
luchando contra la cultura de normalización de las violencias que aquejan la
vida cotidiana de niñas, niños y adolescentes.
Pero también, urge una acción
enérgica desde la sociedad, recuperar los valores de cohesión e identidad que
deben representar las familias, la escuela, el barrio, el pueblo, el deporte, e
incluso las iglesias, condición indispensable para remontar esta situación en
momentos en que la violencia ha anidado en los hogares. (Subsecretario de
Derechos Humanos, Población y Migración)
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