Develan historias de la Guerra Sucia
Documenta SG las torturas en el sótano
de Morelia 8, en la Roma
▲ En los años 70, la que ahora es una
ludoteca para niños víctimas de violencia fue el despacho de Nazar Haro, jefe
de la Brigada Especial contra guerrilleros .Foto Fabiola Martínez
Fabiola Martínez
Periódico La Jornada
Lunes 7 de octubre de 2019, p. 12
Lunes 7 de octubre de 2019, p. 12
En la calle de Morelia número 8 fue el
último lugar donde se les fotografió en vida a muchos jóvenes guerrilleros.
Durante el periodo
1965-1978 ese edificio, ubicado a unos pasos de la agitada y céntrica avenida
Chapultepec, en la colonia Roma Norte, fue sede de la extinta Dirección Federal
de Seguridad (DFS), pero al mismo tiempo centro clandestino de detención y
tortura.
En el sótano y los
cinco pisos del inmueble se mezclaba el trajín de las tareas administrativas
con el estruendo del maltrato.
Si oyes gritos, no te
metas. Es el gobierno y no se puede hacer nada, fue la discreta recomendación,
en los años 70, de una casera a la inquilina del inmueble contiguo a la DFS,
según el relato de un testigo, compartido a los historiadores de la guerra
sucia.
El mismo edificio
blanco de esta calle circular sigue albergando oficinas públicas, ahora de la
Dirección de Estrategia para la Atención de Derechos Humanos de la Secretaría
de Gobernación.
Esta dependencia
busca adecuar, justo donde ocurrieron estos hechos, sitios de memoria
histórica, a partir del trabajo de especialistas, pero también de relatos de
sobrevivientes. Iniciaron con Morelia 8 –inaugurado el 10 de junio de 2019– y
seguirán con otros similares, para culminar en el Campo Militar Número 1.
“Gobernación no busca
‘ni perdón ni olvido’, sino justicia, y que lasnuevas generaciones entiendan la
política que se siguió, la del exterminio y la violación salvaje de los
derechos humanos”, señala Francisco Ramón Rosas López, del equipo encargado del
sitio donde hace más de cuatro décadas despachaba el jefe de la DFS, Miguel
Nazar Haro, creador de la Brigada Especial contra guerrilleros.
Él –se afirma–
interrogaba a los detenidos, ordenaba las palizas y el destino de los miembros
de la Liga Comunista 23 de Septiembre o el Movimiento de Acción Revolucionaria
(Mar), entre otros.
La suerte de cada
persona detenida era distinta. Dependía de sus antecedentes: si ya habían
estado en la cárcel o si se habían fugado; si eran mando de alguna guerrilla o
si sólo tenían rango bajo, explica José Luis Soto, también integrante del
equipo creador de este Sitio de Memoria.
ANA MARÍA
Al ingresar al inmueble, por la rampa,
donde bajaban a los detenidos lo primero que salta a la mirada es una
fotografía en blanco y negro de una mujer joven. Es Ana María Parra, retratada
en 1971 justo en ese frío sótano. Cabello recogido, suéter abrochado del botón
de arriba, blusa blanca y falda oscura; entrelaza con la mano izquierda dos
dedos de la derecha. Era la primera vez que la detenían; meses antes se había
incorporado a la guerrilla, al Mar.
Enseguida la
trasladan a la cárcel de mujeres de Santa Martha, donde pasa siete años. Al
salir se integra a la Liga 23 de Septiembre, donde ya militaban sus hijos
Violeta, de 17 años y Adolfo, de 15. Detrás del muro, aparece otra foto. Es de
nuevo Ana María, aunque esta vez en una imagen tomada en el Campo Militar
Número 1. En su pantalón se ven gotas de sangre, tiene el tabique desviado, la
cara hinchada. Aparece con el cierre del pantalón abierto y camisa negra mal
abotonada.
En los archivos se
encontraron tres fotos más que permiten entender por qué trae un parche en el
entrecejo. La secuencia indica que primero la tomaron de perfil y luego de
frente, pero con gafas oscuras, por lo que en la tercera, aparece con la
improvisada vendoleta. Ni así paró el hilo de sangre.
Ana María,Violeta y
Adolfo siguen desaparecidos. Artemisa, la mayor de sus seis hijos, murió
durante la tortura, señalan los sobrevivientes de la familia Parra.
EL FLACO
En el quinto piso de Morelia 8 fue
colocada una foto en tamaño real. Es Francisco Mercado Espinoza, conocido
como El Flaco. Muy alto, de 1.90 según el registro antropomórfico
de la detención de este miembro de la Liga 23 de Septiembre. Fue aprehendido
por primera vez el 16 de abril de 1975, en Guadalajara. Tras fugarse de la
cárcel de Oblatos, un año después, lo atrapa la DFS en Ciudad Juárez, Chihuahua,
y es trasladado a la capital del país.
El Flaco mira
fijo a la cámara, aprieta los puños. Es la última imagen antes de su
desaparición, tomada a unos metros de la que fue la oficina de Nazar Haro,
despacho principal de la DFS que destacaba por un amplio ventanal con una vista
espléndida al parque. Hoy, esa oficina es una ludoteca para niños víctimas de
la violencia.
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