110 años del genocidio a la comunidad china
Alejandro Encinas
El Universal
Afrontar la dolorosa verdad de los actos racistas del
pasado contribuye a combatir el odio, la estigmatización y el prejuicio racista
que precipitó ese acto
OPINIÓN 25/05/2021 02:13 Actualizada 08:02
El pasado 17 de mayo, el Gobierno de México realizó la Petición de
perdón por los agravios a la comunidad china radicada en México, a 110 años del
genocidio de chinos en Torreón, Coahuila. Se trata de un acto sin precedentes
en la vida nacional, que reconoce y reivindica la importancia de la comunidad
china en nuestro país y el papel que ha desempeñado en el desarrollo económico
y cultural en nuestra sociedad.
La presencia de la
comunidad china en México se estima que comenzó con el siglo XIX, cobrando auge
desde el año 1900, a partir de las leyes de restricción que impuso Estados
Unidos a los chinos en 1882, aunque las relaciones comerciales con China y
nuestro país datan de muchos años atrás, de la que es fiel testigo la Nao de
China en el siglo XVI.
La mayor parte de
los inmigrantes chinos se incorporaron a las labores en la industria minera, en
las grandes haciendas y en la construcción de las vías férreas; asumiendo
además oficios asociados a la cocina, la panadería, zapatería y lavandería. Al
tiempo que incipientes empresarios chinos invirtieron en el desarrollo local y
regional del país.
Las campañas de
estigmatización de la comunidad china, en México y otros lugares del orbe, los
señalaban como una “raza inferior”, que “contaminaban la salud pública”, que
eran sucios (“chino cochino”), “sumisos y mezquinos en aspiraciones” o “que
suplantaban a las mexicanas en algunas de sus labores naturales” como lo señala
Julián Herbert en su libro La casa del dolor ajeno. Todos estos dichos lograron
sembrar en nuestra sociedad un odio irracional hacia las personas de origen
asiático, basado en prejuicios xenófobos.
De lo que no
quedaron exentos las corrientes liberales dentro de la Revolución Mexicana,
donde, por ejemplo, el Plan del Partido Liberal Mexicano estableció: “La
prohibición de la inmigración china es, ante todo, una medida de protección a
los trabajadores de otras nacionalidades, principalmente a los mexicanos. El
chino, dispuesto por lo general a trabajar con el más bajo salario, sumiso,
mezquino en aspiraciones, es un gran obstáculo para la prosperidad de otros
trabajadores”.
Este discurso de
odio racial volvió a la comunidad asiática vulnerable a las vejaciones y
saqueos por partes de todos los grupos armados del periodo revolucionario, los
cuales, al pasar por lugares habitados por los jornaleros o comerciantes
chinos, no dudaban en abusar de éstos, aprovechando que no se defendían de
estas acciones, pues a la menor resistencia eran asesinados.
La intolerancia y
racismo se exacerbaron durante la lucha armada, en especial en regiones como La
Laguna donde residía una prospera comunidad china, hasta desencadenar los
lamentables hechos ocurridos en Torreón, Coahuila en 1911, donde los días 13,
14 y 15 de mayo causaron la muerte de al menos 303 personas de origen chino y
de 5 japoneses.
Los detalles de
cómo inició este suceso ominoso en nuestra historia, nunca fueron del todo
esclarecidos, más ha quedado plenamente esclarecido que una vez que inició la
toma de Torreón, los ataques a quienes se identificó como chinos no cesaron
durante tres días, incluyendo acciones tan atroces como el ataque al Banco Wah
Yick, del que ninguno de sus ocupantes salió vivo, lo que marcó en nuestro
país, una huella indeleble de vejaciones y asesinatos a la comunidad asiática,
con la tolerancia gubernamental.
Tras el genocidio
en Torreón. en los años posteriores se instauraron en algunos estados como
Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Durango y Zacatecas comités antichinos para evitar
que pudieran integrarse a la economía y a la vida social. Los chinos fueron
segregados y se impusieron restricciones en torno al trabajo, inversión
económica y la vida personal. Se les prohibió, por ejemplo, que una persona de
origen chino se pudiera casar con una persona mexicana, hechos que, si bien en
su mayoría fueron ejecutados en el ámbito local o estatal, estuvieron cobijados
por los gobiernos de Obregón y Obregón.
La xenofobia, el
racismo y la discriminación laceran la riqueza que brinda la diversidad
cultural del mundo. Afrontar la dolorosa verdad de los actos racistas del
pasado contribuye a combatir el odio, la estigmatización y el prejuicio racista
que, en su momento, precipitó este acto ominoso.
Subsecretario de
Derechos Humanos, Población y Migración
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