El Paso:
odio racial
Alejandro Encinas
Rodríguez
El Universal
06 de agosto de 2019
La masacre cometida en un centro comercial de la ciudad de El Paso,
Texas, donde fallecieron 21 personas, entre ellos ocho mexicanos, con el objeto
explícito de dar “respuesta a la invasión hispana” y “dar los incentivos
necesarios” para que los migrantes regresen a sus países, da cuenta de los
niveles extremos a los que ha llegado el discurso xenofóbico y supremacista
alentado por la ultraderecha en los Estados Unidos y en gran parte del mundo,
ante el incremento de los flujos migratorios internacionales.
Pese a los grandes aportes que la población migrante ha
dado a la economía global, ésta ha sido estigmatizada, perseguida y convertida
en un instrumento de manipulación política electoral por “el peligro que
representan a la seguridad nacional” de los países beneficiarios del modelo
económico que llevó a niveles insospechados la concentración de la riqueza en
pocas manos.
Esta masacre debe marcar un hito en la relación de nuestro país con el
vecino del norte, donde no basta enfrentar el grave problema del tráfico ilegal
de armas, sino que debe atenderse la defensa de la vida y de los derechos de la
población migrante, mexicana o de otras nacionalidades.
Pero también constituye una alerta ante el resurgimiento
en México de los sentimientos discriminatorios y el odio racial, de los que no
estamos exentos, por lo que es necesario tomar conciencia de ello y adoptar con
toda firmeza acciones por la igualdad y la no discriminación a fin de
contrarrestar el déficit en el ejercicio de derechos humanos que afecta a los
grupos sociales históricamente discriminados en el país.
La discriminación es un problema complejo, histórico,
generalizado y sistemático. Está presente en toda nuestra sociedad por más que
se pretenda invisibilizarlo, afectando a todas las personas en los distintos
espacios de la vida pública, desde las familias, la escuela, los centros de
trabajo, las iglesias y los medios de comunicación, hasta las instituciones
gubernamentales.
La discriminación es resultado de un proceso en el que los estereotipos
y prejuicios contra distintos grupos sociales por motivos injustos, que
ocasionan y normalizan prácticas que profundizan la desigualdad y la exclusión
social, legitimando estigmas que mantienen el ciclo perverso de la
discriminación mediante un ejercicio de dominio de unos grupos sociales sobre
otros.
Las prácticas discriminatorias deben asumirse como un
problema público de violación a los derechos humanos. Son las conductas que
ejerce la sociedad de manera reiterada (intencionalmente o no), a través de
normas sociales o institucionales (por acción y omisión), por lo que es
fundamental desmontarlas.
El Gobierno de México ha asumido un compromiso por el
pleno respeto a los derechos humanos y el principio rector de la igualdad y el
combate a las prácticas discriminatorias para revertir los obstáculos discriminatorios
y para avanzar en el cambio cultural que necesita la sociedad en un clima de
respeto, libertad y tolerancia, donde debemos reconocer que todos somos iguales
y diferentes a la vez. (Subsecretario de Derechos Humanos, Población y
Migración)
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