Por sus pluris los
conoceréis
Alejandro
Encinas Rodríguez
El
Universal
Martes,
13 de Marzo de 2012
El mejor
instrumento para analizar el perfil de un gobierno es el ejercicio de su gasto.
El presupuesto permite identificar con claridad las prioridades, el uso y
destino de los recursos, así como las fortalezas y debilidades de cada gestión.
Lo mismo pasa
con las candidaturas que postulan los partidos con las listas de representación
proporcional, las cuales permiten identificar el desarrollo partidario, sus
vínculos con la sociedad y el relevo generacional, así como las orientaciones
generales del discurso y prioridades de cada partido.
Los diputados
plurinominales son resultado de un abrupto proceso de reformas ganadas a pulso
por la oposición, iniciado en 1977, que dejó atrás la figura de “diputado de
partido” , única forma de representación que permitía a partidos de oposición
con registro ---la mayoría cobijados por el propio gobierno--- tener presencia
en la Cámara de Diputados.
El registro de
nuevos partidos y el reconocimiento legal de la izquierda inyectaron pluralidad
al Congreso, incrementó los niveles de competencia electoral y permitió a la
oposición ocupar posiciones de representación proporcional, hasta alcanzar la
alternancia en gobiernos locales y a nivel nacional.
La
representación proporcional terminó con la desmedida sobrerrepresentación del
PRI y garantizó a los partidos la presencia de sus principales cuadros en el
Congreso, así como la postulación de líderes sociales, intelectuales y ciudadanos
sin partido, elevando el nivel del debate y la calidad del trabajo legislativo.
Lo que lamentablemente se ha venido perdiendo, como un signo indubitable de la
crisis del sistema de partidos y del agotamiento de los mecanismos legales que
aún permiten a éstos detentar el monopolio de la representación popular y a la
partidocracia la manipulación de los aparatos partidarios.
Reflejo de la
crisis son los personajes enlistados por los grandes partidos nacionales.
El PRI: el
rostro viejo de un partido viejo. El nuevo PRI se representa cabalmente en los
rostros de Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones encabezando las listas, o en
la escudería charra encabezada por Romero Deschamps y el Pemexgate, Joel Ayala
de la FSTSE o la renovación que encarna el ex gobernador tamaulipeco Manuel
Cavazos.
El PAN:
protección y encubrimiento. Tras un proceso electoral, impugnado ante
tribunales y que Luis H. Álvarez calificó de degradante, el PAN optó por el
ajuste de cuentas, el cobijo a socios y familiares de Felipe Calderón y de
quienes están cuestionados por el mal manejo de recursos o en la gestión de
gobierno, como Fernando Larrazábal, alcalde implicado en la tragedia del Casino
Royale.
El PRD: todas
las canicas a las tribus. Contra su tradición democrática, el PRD renunció a
procedimientos democráticos en la selección de sus candidatos violando las
reglas que permitieron definir sus candidatos a la presidencia y a la jefatura
de gobierno. Tras conocerse los resultados desfavorables en las encuestas a los
jefes de las tribus, la negociación excluyó a los aspirantes y a los candidatos
propuestos por López Obrador, abandonando además la apertura de candidaturas a
ciudadanos sin partido. Hoy no hay ningún candidato externo, ningún
intelectual, dirigente sindical agrario o del movimiento LGBT permaneciendo las
lealtades a las corrientes, como premio al empleado del mes en una franquicia.
Lo mismo se postula a candidatos que se exhiben portando armas y choferes de
dirigentes que a personajes desprestigiados, como Amador Jara fiel aliado de
Ulises Ruiz en Oaxaca.
Allende el
descontento en las filas partidarias, estas nominaciones dan cuenta del estado
de los partidos que tenemos en el país.
Diputado federal
por el PRD